Escrit per: tod
2183 paraules
La del alba sería cuando nos pusimos nuevamente en marcha, algo somnolientos y en silencio. Todos recordábamos el relato del Capitán, y yo al menos deseaba conocer su continuación y No ponía en tela de juicio la veracidad del cuento, pero se me hacía raro algún detalle, como el del orgasmo colectivo narrado. Cierto es que cuentan que a los ahorcados se les empina la verga en el mismo momento en que son izados pos el verdugo y pierden pie en el suelo firme, y había quien decía que por eso se veían tantas hembras y tantos maricones en las ejecuciones públicas. Sabía yo que esto era leyenda, pues cuantas veces asistí a un espectáculo semejante vi allí gente de toda clase, e incluso mucha chiquillería, pues los padres solían llevar a los niños por darles a sus hijos una lección de vida y apartarlos del mal camino. Y a mí me excitaba el castigo, sí, el propio y el ajeno, sí; pero ello era por mis gustos especiales en lo tocante a los placeres de la carne, que poca gente compartía.
Andabamos todos, pues, silenciosos y pensativos, incluido el Capitán, que serio y altivo encabezaba la comitiva de peregrinos sin hablar con nadie, y sin dar ocasión a ninguno de hablarle a él.
A eso del mediodía hicimos una parada, y el señor Obispo, puesto en pie, se dirigió a todo el grupo con voz grave y atronadora, como es de uso común entre la clerecía:
“ ¡Hermanos bienamados en Nuestro Señor, escuchadme! Para amenizar el viaje y distraernos de las penurias del camino, acordamos ayer ir contándonos historias entretenidas, cada uno según su ciencia. Y así tuvimos ayer el cuento del Capitán, que bien nos entretuvo con su aventura, y nos dejó con muchas ganas de conocer la continuación que explicara cómo pasó de esclavo en la mar a soldado de alta graduación en este mismo instante. Pero nuestro deseo no puede ser exigente ni forzado: dejemos que el Capitán descanse por ahora, que ya nos contará, si entiende que debe, como fue este pasar de un estado a otro, y el interés por escucharlo no hará sino crecer. Permitidme, por tanto, si no hay otro postor de más mérito, que sea yo quien tome el relevo, y espero que mi relato esté a la altura del de nuestro noble amigo”.
Así habló el Obispo de Ulm, y no se alzó en el grupo ninguna voz discrepante, antes bien todos mostramos conformidad y alegría por esta iniciativa-
Y así fue como el Obispo nos contó su relato.
EL CUENTO QUE CONTÓ EL OBISPO DE ULM
Ante todo no creáis que, por mi condición de Obispo, puede escandalizarme el relato de sodomitas y bujarrones que nos tejió el Capitán. Bien es cierto que la Sagrada Escritura, del Levítico hasta San Pablo, abomina de los hombres que yacen con otros hombres, pero os aseguro que hay secretos de confesión mucho más terribles, por mucho espacio que la mariconería ocupe en los legajos de los inquisidores y predicadores. Tanta obsesión de la Iglesia por las cosas del follar, quizás no se...
El cuento del Obispo
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