El Miedo (Parte I)

I.-

El padre tenía un especial cariño por el joven, aunque era inteligente, dudaba de sus capacidades para hacerse cargo de algunos de los negocios familiares.

Lo encontraba inteligente, pero débil, sin carácter, con una ausencia de maldad que lo convertían en un peligro para sus negocios. Y el negocio familiar exigía crueldad, y maldad, una fría capacidad para tratar con el mal.

El padre era un narcotraficante y el muchacho, más encima, era hijo de su amante. Su esposa lo sabía y por ello lo detestaba, como también sus otros tres hermanos, muy mayores que él.

El muchacho ya tenía 21 años y estudiaba en Estado Unidos, en una prestigiosa universidad de la costa este. Lo tenía todo y era lo mejor. Lo mantenía alejado de sus negocios, de sus enemigos y de sus otros hijos. Era un secreto a voces la predilección del hombre por este hijo y la molestia que generaba en su familia y socios esta presencia tan extraña. El muchacho casi ni participaba en los eventos familiares y su vida estaba alejada de la suciedad y complicaciones de la acción criminal, con sicarios, guardaespaldas, casas de seguridad, contadores, abogados de baja estofa, embarques secretos, adictos, lavado de activos, cuentas secretas, dealers, luchas por territorios, sistemas de distribución, en fin, todo aquello que conforma una industria perversa y ruin, que mancha todo lo que toca.

El muchacho vivía en una burbuja. Desde su infancia sólo había vivido rodeado de una frondosa protección y nadie podía acercársele. Ahora, estudiante, era un poco más difícil mantener ese círculo de protección, pues le gustaba la fiesta, las citas, ir al gimnasio, estar con los amigos en bares y terrazas e ir a balnearios exclusivos. Estando en vacaciones, su vida era muy relajada.

Ese día, se levantó tarde y fue el gimnasio, ubicado muy cerca de su exclusivo condominio, saludo a su madre que estaba en la piscina y ni siquiera usó su lujoso deportivo, se fue caminando hasta el local, ubicado a unas seis cuadras. Estaba animoso y quería caminar. Al llegar, fue a los vestidores y cuando estaba guardando su bolso, sintió que alguien se acercaba por atrás y al voltearse, un pañuelo con cloroformo le cubrió boca y nariz- Inmediatamente perdió el conocimiento y dos hombres altos y cubiertos de pasamontañas lo cogieron y lo llevaron hasta el estacionamiento y lo metieron en la cajuela, casi sin ser vistos por el personal del gimnasio y otros clientes.

El auto avanzó cinco cuadras y los hombres lo llevaron a un estacionamiento donde cambiaron vehículo: una van de traslado de pasajeros. El muchacho fue amordazado, esposado y engrillado e introducido en una bolsa de lona. Los hombres limpiaron el vehículo original. Las cámaras del estacionamiento habían sido previamente anuladas. No había registros del secuestro, salvo las del estacionamiento del gimnasio.

En total, hubo otros tres c...