El destino de Martín (Parte X)

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Por curioso que resulte, Martín siguió pagando su parte del dividendo hipotecario, hasta que decidió dejar de hacerlo a los dos meses de expulsado del apartamento. Sabía que ello desataría la reacción de Magdalena. Espero.

Mientras tanto, trabajo, gimnasio, paseos solitarios, fotografía. Nada de vida social.

El siguiente martes, recibió una llamada. Era José Tomás Izquierdo con una invitación: asistir a un curso de alegatos orales. “Estoy organizando un taller con dos relatores muy buenos, si te interesa participar”. Era el sábado siguiente

- Muchas gracias por la invitación, pero debe ser costosa esa participación y ando con mi presupuesto muy ajustado.
- Si, la verdad es costosa, pero es una invitación de nuestro estudio. Es todo el sábado, incluye almuerzo, si te interesa.
- ¿En serio?. Se lo agradezco.
- Bien, pero la invitación tiene una condición.
- ¿Cuál?
- Que me trates más coloquialmente, que me tutees. Parecemos viejos, ambos con este trato.
- Jajaj, jajaja, Vale, vale. Lo concedo.
- Te espero el sábado. Dame una casilla electrónica y te mando la invitación formal.
- Gracias, nuevamente.

Le comentó la invitación a su jefe, quien le preguntó:

- ¿Supongo que no estás pensando en buscar otro empleo?
- No, no, jajaj, no - respondió Martín - y agregó - No se preocupe.

Esa tarde tuvo otra noticia. Pasadas las 15:00 horas, se presentó un receptor judicial que le notificó de una demanda de divorcio. bastaba su firma de recepción de la demanda, pero le pidió al receptor:

- ¿Me puede dar 10 minutos y le firmo todo?

El receptor aceptó. Martín revisó rápidamente el escrito y fue a la parte donde la demandante establecía sus requerimientos al juez de familia. Magdalena pedía quedarse con todos los bienes de la sociedad conyugal: auto y apartamento. Eso era lo que buscaba. No sólo firmó la recepción de la demanda sino que la aceptación de todas las peticiones, ello implicaba que el juez sólo debería conceder el divorcio sin necesidad de audiencias orales y controversiales. No quería ver más a Magdalena y ya tenía decidido entregarle todo. Se quedaba sin nada. Se sintió aliviado: ya no era necesario conversar con Magdalena.

Ese sábado fue al seminario y superó todas sus expectativas. Habían 30 abogados, todos ejerciendo, de su edad, trabajando y el organizador era José Tomás. Los relatores eran dos y el nivel fue superior. La organización fue perfecta, en un centro de eventos muy acogedor y moderno, la atención a los participantes fue excepcionaL. café, jugos, bollería, frutas y un almuerzo de otro nivel.

Eso no era barato. Y sospechó que José Tomás estaba halagándolo para convencerlo de trabajar con él. Tenía razón, pero sólo en parte.

Durante las pausas para tomar café y en el almuerzo, Jos�...