El vigilante que convirtió mi culo en un coñito III

De vuelta a la realidad, eché bastante de menos que Carlos me diera por culo casi a diario.

Al ser vigilante le iban cambiando los turnos y los lugares donde trabajaba y no siempre podíamos quedar con regularidad, lo que hacía que yo acumulara bastante excitación anal. Mi culo se estaba acostumbrando a ser follado y cada vez quería más.

Recordé lo que Carlos me dijo cuando nos conocimos, que convertiría mi culo en un coñito y así fue.


Aquel fin de semana los compañeros de piso de Carlos se marcharon todos, así que teníamos la casa para nosotros solos.

Pedimos algo de comer y después vimos una peli en el sofá. Carlos había trabajado ese día y estaba cansado.

_ Dame un masaje en los pies anda que los tengo doloridos de todo el día. Pidió Carlos.

Los pies de Carlos me gustaban mucho, eran grandes un 45, anchos y bien formados. Yo no le había masajeado los pies a un tío nunca, pero a el se lo hacía a menudo, era vigilante y pasaba muchas horas de pie, y me daba bastante morbo hacerlo y complacerle.

Puse un cojín en el suelo y me senté delante de él como solía hacer, le quité los calcetines y empecé a acariciar y masajear sus pies, presionando e insistiendo donde más cargados los tenía.

No se por que pero hice algo que nunca había hecho, sin poderme resistir empecé a besar los pies de Carlos.

Su cara de satisfacción me indicó que le gustaba así que seguí.

_Lámelos! ordeno. Como si fuera una polla. Dijo Carlos con tono dominante mientras se fumaba un cigarro y miraba la película.


Sin cuestionar sus órdenes, empecé por el dedo gordo metiéndolo en mi boca, chupándolo como hacía con su polla saboreándolo y disfrutando cada centímetro. Continué lamiendo las plantas, los talones y el resto de los dedos...

Carlos gemía de relajación y noté como su polla presionaba dura el pantalón.

Aquella situación me excitó tanto que me corrí sin tocarme, solo por el placer y el morbo que me estaba dando aquello.

Carlos tocó mi paquete húmedo por encima del pantalón, notando que me había corrido.

_ ¿Te has corrido eh? Te gustan mis pies? te gusta como saben y como huelen? me preguntó.

_Si mucho, le respondí.

_¿Como no me lo habías dicho antes? te los podrías haber comido muchas veces más.

_ No se, no estaba seguro de que me gustara... y me daba vergüenza.

_ No tengas vergüenza, aquí estamos para satisfacer todos nuestros morbos; dijo sonriendo. Además me encanta que me los coman. Ahora, quítame los pantalones y traga polla.

Obedecí encantado, lamiendo primero los huevos de Carlos y disfrutando su olor a macho de todo el día. Estuve mamando bastante rato hasta que Carlos me agarro por la nuca con las dos manos y empezó a follarme la garganta, cosa que me encantaba.