El Miedo (Parte VII)

VII.-

Miedo, miedo, solo miedo.

Cada segundo estaba dominado por el miedo. No podía eludir ni negar el miedo en su vida. Y tenía razones para ello.

Su Amo no le trata con ninguna consideración, lo mantiene como un animal o menos aún. Los perros reciben mejor trato. Está sometido a control permanente y absoluto. Solo debe obedecer, no puede hablar, no tiene ningún espacio de libertad.

Su dueño había decidido deshacerse de él, no le gustaba, lo encontraba demasiado joven y débil, los prefería  más duros y adultos, más aguantadores y extremos. Aún debía invertir mucho tiempo y esfuerzo en su entrenamiento.

Esa noche, el Lord lo sacó de su jaula y le trajo al salón:

- Seguramente te preguntas como llegaste a mi presencia. Y lo sabrás: fuiste entregado como esclavo, como el perro que eres, por tus hermanos. Fueron ellos quienes te entregaron para que yo te entrenará, no querían verte como heredero de tu padre, Eras un peligro para ellos y necesitaban deshacerte. Agradece que no te mataron, lo pensaron, pero algo impidió concretar. Ellos decidieron por tí. Has sido un buen negocio para mí, he ganado dinero. Me pagaron por secuestrarte y entrenarte, por hacerte desaparecer. Pero ya no me sirves y te venderé. Estas horas serás las últimas conmigo. Ya tengo un comprador contigo, espero que te vea y examine pronto.


Beltrán estaba moral y psíquicamente quebrado. Sólo escuchó, devastado y atemorizado.

El Lord se acercó hasta donde estaba y mirándolo con desprecio le dijo:

- Agradece no volver a ver nunca a tus hermanos. Acepta tu destino como un animal, es la única forma de sobrevivir. He buscado  Amo duro pero justo para t{i, para que termine tu entrenamiento, para que tengas alguna utilidad a tu vida. Ah, y olvida todo lo previo a conocerte, ya nada de esa vida existe

Y Beltrán sabía que ello era cierto, que dolía y era muy duro, pero era la verdad.

El Lord debía preparar mejor a Beltrán para poder venderlo a un precio interesante. Le acicaló, aseo, le rapó el cabello y cuidó de él para que estuviera lo más pulcro posible.

El potencial comprador era un príncipe saudí, de la familia real, con mucho poder, responsable de una agencia de seguridad estatal. Llegó el día siguiente y Beltrán fue exhibido como un animal en venta.

Sobre una pequeña tarima, el potencial comprador le examinó, le hizo consultas que Beltrán no escuchó lo que se decían entre ellos. tampoco pudo observar con detención a su potencial nuevo dueño. Estaba paralizado por el miedo, se sabía observado. El saudí se acercó a revisarlo, le tocó, palpó, recorrió con sus manos el rostro, el cuello, el torso, los glúteos y genitales, sus muslos y resto de pierna. Le abrió la boca, revisó dentadura, le levantó los brazos, apretó bolas t verga, le hizo doblar la espalda y abrió su...