Escrito por: Bi_e_l
651 palabras
Después del fisting con Raúl, que me había dejado el culo dolorido durante días, pero el alma un poco más abierta, sentí que necesitaba explorar algo más emocional, más tabú en lo relacional. Las experiencias anteriores –sabores del mundo, lluvias públicas, puños de confianza– me habían llevado a cuestionar mis límites físicos, pero ahora quería tocar los emocionales. En la app, encontré a una pareja casada: David y Miguel, 35 y 37 años, casados desde hacía cinco, con perfiles conjuntos que gritaban estabilidad pervertida. "Pareja abierta busca tercero para trío. Roleplay marital: sé nuestro 'invitado prohibido'. Consenso total, límites claros". Chateamos: nada de celos, palabra "rojo" siempre, pruebas recientes. El taboo me atraía: unirme a un matrimonio, invadir su intimidad, sentirme como el elemento disruptor en algo sagrado. Era como follar con lo prohibido, sanando mis propios traumas familiares –un padre ausente, una madre controladora que nunca aceptó mi sexualidad–. Quedamos en su casa en Sarrià, un piso elegante con fotos de boda en las paredes y un dormitorio con cama king size.
Llegué con nervios, pero ellos me recibieron con sonrisas cálidas: David, el dominante, alto y tatuado, con voz grave; Miguel, el switch, más delgado y juguetón, con ojos que prometían versatilidad. "Bienvenido a nuestro nido, Mateo. Hoy serás nuestro secreto sucio", dijo David, sirviendo vino. Bebimos, hablamos límites: mamadas dobles, folladas en cadena, roleplay de "esposo infiel" donde yo era el amante que rompía su rutina marital. El riesgo era sutil: no público, pero emocional –¿y si surgían celos? ¿Y si me sentía como un intruso de verdad?–.
Empezamos en el salón: me sentaron en el sofá, uno a cada lado. David me besó primero, lengua dominante, mientras Miguel me desabrochaba la camisa. "Mira, amor, qué puta más rica nos hemos traído", dijo David a Miguel, roleplay en marcha. Me arrodillaron entre ellos, pollas fuera: la de David gruesa y recta, la de Miguel curva y venosa. Mamadas dobles: alternaba, chupando una mientras pajeaba la otra, babas conectándolas como puentes. "Chupa la de mi marido, cerdo... haz que se corra en tu boca mientras yo miro". Miguel switchaba: a veces sumiso, gimiendo cuando David le ordenaba; otro dominante, empujándome la cabeza. Tragué precum mezclado, salado y dulce, el taboo latiendo: estaba entre un matrimonio, lamiendo lo que se prometieron en exclusividad.
Pasamos al dormitorio: me tumbaron en su cama matrimonial, sábanas que olían a ellos. Folladas en cadena: David me abrió primero, polla gruesa embistiendo mi culo lubricado, mientras Miguel me follaba la boca. "Toma, puta... siente cómo follo al amante de mi esposo". Cambiaban: Miguel switchaba a pasivo, dejándose follar por David mientras yo mamaba a ambos. Luego dobles: uno en la boca, otro en el culo, roleplay intensificando: "Imagínate que somos tu familia prohibida, Mat...
Capítulo 4: El Trío Marital
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