El Miedo (Parte VI)

VI.-

Beltrán vivía esta segunda fase de su secuestro con el mismo miedo que el anterior, pero ya con ninguna esperanza ni con asomo de rebeldía. Ese destello que lo llevó a huir se había apagado. No se sentía con fuerzas para realizar ninguna acción que le implicara ni siquiera confrontarse con el Lord, con su dueño indiscutido.

Beltrán creía que su Amo había demostrado tener todo controlado. Y no erraba: el Lord lo tenía en sus garras y no tenía ningún propósito de soltar esta preciada presa. En su mente lo tenía todo previsto y pensaba el momento para cada acto, para su goce y placer, para asentar su poder y control sobre el muchacho al que ya consideraba su propiedad total y absoluta.

Cada momento de su permanencia en esta dura cautividad estaba pensado para doblegarlo, controlarlo y para hacerle presente que su existencia era miserable, pequeña, sin valor alguno. Nada podía darle comodidad ni alegría, solo buscaba amedrentarlo, provocarle dolor y someterlo a un miedo permanente.

Ahora estaba desnudo, en una jaula, solo, en una habitación oscura, húmeda y calurosa, con escasa ventilación. No había comido ni tampoco bebido, tampoco se podía asear. La jaula esta pequeña, estrecha, incómoda y le evidenciaba su irrelevante posición.

Había podido dormir un poco, pero sobresaltado y angustiado y despertó abrumado y cansado. Le dolía la espalda, por la posición en que estaba dentro de la jaula y también las tetillas, por el castigo del día anterior.

Un largo rato más tarde, Elían fue quien abrió la puerta y le sacó de la jaula. lo llevó desplazándose en cuatro, con un perro, desnudo y conducido por una cadena que salía del collar de su cuello hasta cerca de dónde estaba el Lord desayunando.

- Veo que trajiste al perro y que está bien, Me alegro - dice el Amo.
- Sí, mi Lord, se lo traje como ordenó.
- Es hora de alimentarlo.
- Si, Mi Lord, ahora lo hago.

Y el perro quedó a unos tres metros del Lord, en cuatro, mirando al suelo, controlando su miedo, forzando a respirar con cierta tranquilidad, aunque era evidente su nerviosismo.

Al momento llegó Elián con un plato de madera, bastante grande y vertió en él avena integral.

- Mi Lord - pregunta Elían- ¿el perro debe ser alimentado con leche?
- Habitualmente te respondería que si, pero hay que ahorrar, este perro ha costado muy caro a causa de su fuga. Humedece la avena con tu orina y que eso sea lo que coma el perro.
- Si mi Lord, así lo haré.

Y Elían procedió exactamente como se lo había ordenada el Lord: sacó su verga y comenzó a orinar, primero directamente sobre el césped, y luego en el pocillo que contenía la avena destinada a alimentar a Beltrán. La deposito frente al muchacho y le gritó:

- ¡Come, come!

Beltrán acercó su boca hacia el pocillo y tragó un poco de ave...