Nueva vida en Madrid - 5

Capítulo 5: Sin Vuelta Atrás

Sergio fue al baño y volvió con la maquinilla eléctrica y una cuchilla de afeitar.

"Siéntate en la silla. Quieto."

Álex se sentó. Su corazón latía con fuerza. Iba a perder su pelo. Su identidad.

Sergio encendió la maquinilla. Sin ningún miramiento, la pasó por el centro de su cabeza. Un mechón de pelo castaño cayó al suelo.

Otra pasada. Y otra. Y otra.

El pelo caía en grandes mechones. Álex veía su reflejo en el espejo de la pared. Cada vez menos pelo. Cada vez más calvo.

En cinco minutos, toda su cabeza estaba rapada al cero. Parecía un recluta militar.

Pero Sergio no había terminado.

"Ahora te afeito completamente. Quiero verte brillante."

Aplicó espuma de afeitar en toda la cabeza. Luego, con la cuchilla, empezó a rasurar. Pasadas largas, firmes. La piel blanca aparecía donde antes había pelo.

Cuando terminó con la cabeza, continuó con las cejas.

"Amo, no..."

"Cállate."

Las cejas desaparecieron. Luego las pestañas, arrancadas una por una con unas pinzas.

"Ahora el cuerpo. De pie. Brazos arriba."

Durante la siguiente hora, Sergio depiló cada centímetro del cuerpo de su esclavo. Axilas, pecho, piernas, brazos, culo, entrepierna. Todo.

Cuando terminó, Álex era completamente lampiño. Sin un solo pelo en el cuerpo. Calvo, sin cejas, sin pestañas. Un lienzo en blanco.

"Así es como quiero verte siempre. Cada dos días te pasas la maquinilla y la cuchilla. Si veo un solo pelo, el castigo será muy severo. ¿Entendido?"

"Sí, Amo."

Álex se miró en el espejo. No se reconocía. Parecía otra persona. Un esclavo. Eso es lo que era.

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"Ahora tengo que salir. Volveré en unas horas."

Sergio llevó a su esclavo a la cocina. Le hizo sentarse junto a la mesa.

Ató su collar a la pata de la mesa. Álex quedó inmovilizado, desnudo junto a la mesa de la cocina.

"No puedo dejarte suelto. Así que te quedas aquí."

Cogió un cuenco de perro y lo colocó en el suelo, junto a la mesa. Se bajó los pantalones y meó dentro del cuenco.

"Si tienes sed, bebes de ahí. Y si tú tienes que mear, lo haces en el cuenco también. Pero luego te lo bebes. Todo."

Hizo una pausa.

"Y te recomiendo que no cagues. Porque si lo haces, ya sabes lo que tendrás que hacer con eso también."

Álex palideció.

"Sí, Amo."

Sergio se marchó. La puerta se cerró.

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Solo y Atado

Álex estaba solo en el piso. Atado a la mesa de la cocina. Desnudo. Calvo. Con el cinturón de castidad apretando su polla. El plug en su culo.

Pasó una hora. Luego dos.

Tenía sed. Miró el cuenco en el suelo. El meado amarillento de su Amo es...