Quebrando a un hetero (part.3)

Eric no había dormido más de dos horas seguidas en casi una semana y, aun así, había logrado convencer a todo el mundo de que estaba “perfecto”. Mentir era más fácil que explicar lo que de verdad le pasaba: que cada noche tenía miedo de quedarse dormido, de perder el control, de despertar con el cuerpo dolorido y usado y la mente llena de huecos. Pero ese día, después de ver lo que había visto en el despacho del entrenador, necesitaba respuestas. Lucas tenía que saber algo.
Lo esperó junto a las máquinas de fuerza del pabellón. El mayor llegó tarde, con ese caminar suyo siempre seguro, hombros enormes balanceándose, la camiseta técnica pegada al pecho como si la hubiera cosido sobre los músculos. Eric se irguió cuando lo vio, con el corazón acelerado.

—Tenemos que hablar —soltó sin rodeos. Con un golpe de cabeza le condujo a una zona más tranquila.

Lucas arqueó una ceja pero le siguió.

—¿Qué pasa? —preguntó con un tono seco, casi agresivo. Odiaba que le molestaran en sus entrenos—. Últimamente estás más pesado que mi ex.

Eric apretó los dientes.

—¿Te molan los tíos? —La pregunta de Eric fue directa. A machete, pero no encontraba una forma adecuada de comenzar una conversación como esa.

Lucas abrió los ojos de par en par y los volvió a cerrar. Acto seguido agarró a Eric por la pechera y lo empotró contra la pared.

—Tú que cojones dices, ¿gilipollas?

Eric notó una desagradable sensación de calor en la entrepierna.

—Para joder…sé que no…pero entonces tenemos un marrón.

Lucas no entendía nada, pero terminó soltándolo.

—Habla antes de que te parta esa cara de niño pijo.

—Creo que te esta ocupasa lo mismo que a mí.

Lucas soltó una risa corta, incrédula.

—¿Sí? ¿Y qué coño se supone que me pasa? Porque yo no me meo en la cama

—No te acuerdas —Eric tragó saliva intentando obviar los vaciles de su capitán—. No te acuerdas de nada de lo que hiciste en el despacho del entrenador, ¿no?.

Lucas dio un paso hacia él. Se puso mucho más cerca. Demasiado.

—¿Qué cojones insinúas? Ten cuidado con lo que dices, peque, un chasquido mio y estas fuera del equipo—gruñó, inclinándose aún más hacia él, tan cerca que Eric sintió su aliento caliente.

—Ayer, ¿qué hiciste tras entrenar?

Lucas intentó no seguirle el juego, pero al darse cuenta que no recordaba exactamente lo que hizo, relajó la expresión dura y empezó a escuchar más atentamente a Eric.

—No te acuerdas, ¿no?

Lucas se apartó esforzándose en recordar.

—Entrene… recogí y….

—Te fuiste al despacho del entrenador

—¿No. Para qué cojones iba a ir donde él?

—Para ponerle el culo.

Lucas volv...