El día que me cambio (2 parte)

Inspirado por marc-cam

Parte 2: La Sesión y el Abandono

El salón se convirtió en un infierno de testosterona. Pablo estaba en el centro, de rodillas ahora, rodeado. Víctor y Raúl lo sujetaron por los brazos mientras los otros se acercaban. Uno, un tipo grande con barba espesa, le escupió en la cara.
—Abre la boca, puta.
Pablo obedeció. El lapo cayó directo en su lengua. Otro le dio un cachete suave en la mejilla, luego en el culo. El miedo le hacía temblar, pero su polla estaba más dura que nunca, goteando precum. El morbo lo invadía: ser usado por diez machos, como una puta pública.
—Vamos a turnarnos con esta zorra —dijo Víctor, dirigiendo como el amo que era.
Empezaron los orales: tres pollas a la vez en su cara. Pablo mamaba una, pajeaba las otras dos. Babas cayendo, gargantas profundas que lo hacían toser. Un camionero le folló la boca brutal, hasta que las lágrimas le corrían por las mejillas.
—Traga, maricón… Así, como una buena puta.
Mientras, por detrás, Raúl y otro lo abrían. Un motero con verga gruesa lo embestía mientras otro le follaba la boca con energía, quería meterle los huevos en la boca del ímpetu que ponía. Pablo gemía, el dolor del culo mezclado con el placer de ser llenado. Luego se lo follaban por turno, después de uno otro, y cuando lo hacía, su docena de cachetadas, mínimo dejaban en el culo de Pablo, además de abrirlo hasta el límite. Pablo gritó, pero no paró. El morbo lo llevaba: "Soy su puta... Quiero más..."
El de la barba, era el que más cachondo estaba, se le veía con mucha energía. Soltó, tíos esta puta quiere más, lo veo en su cara. Y llegaron los meos. El de la varaba, lo cogió del pelo, y le susurro, por tu culpa me he tomado más cerveza de la que debía esperándote, y las voy a compartir contigo, se lo llevaron al aseo, lo pusieron en la bañera del baño. Cuatro tíos se colocaron alrededor, pollas en mano.
—Abre la boca y el culo, cerdo.
El primero orinó directo en su boca. Caliente, salado, humillante. Pablo tragó lo que pudo, el resto le chorreaba por el cuerpo. Otro le meaba por todo el cuerpo, mientras que a veces, le dirigía el chorro a la cara. El miedo inicial se había transformado: ahora era éxtasis puro, el sumiso total abandonado al uso colectivo. Pablo estaba descubriendo que tal sumiso era, y que limites tenía.
—Joder, qué guarro... Míralo cómo lo disfruta —río uno, escupiendo en su polla y mintiéndola en la boca de Pablo
De vuelta al salón, lo tumbaron en el sofá. Turnos interminables: folladas anales en cadena, uno tras otro, lubricante mezclado con semen. Orines en el pecho, lapos en la cara mientras mamaba. Un tipo le meó en la boca mientras otro lo follaba, y Pablo se corrió sin tocarse, chorros blancos en su vientre.
—Hostia, la puta se ha corrido... Dale más caña.
Víctor coordinaba: "Ahora todos en su boca." Pablo arrodillad...