El día que me cambio

Inspirado por
marc-cam

Parte 1: El Pacto y la Sorpresa
Todo empezó en una app de citas BDSM, de esas que en los 2010 eran como un submundo secreto. Pablo, el sumiso, tenía 32 años, cuerpo delgado, pero tonificado de gimnasio, culo depilado y una polla mediana que siempre se ponía dura cuando leía perfiles de dominantes, hacía poco que navegaba por ellas. Buscaba emociones fuertes, pero controladas, hacia poco que había empezado a aceptar su sumisión, y quería explorarla, necesitaba conocerse, le excitaba traspasar sus límites. Un trío con dos machos activos que lo usaran como un juguete, le parecía muy sugerente, pero, nada de extremos, solo mamadas, folladas y un poco de sumisión.
En esta app encontró a Víctor y a Raúl, dos tíos de 35 y 38, respectivamente. Víctor era el típico macho alfa: alto, barbudo, tatuado por todo el cuerpo, polla de 20 cm gruesa como una lata de cerveza. Raúl era más discreto, pero con una verga curva que prometía destrozar culos. Chatearon durante semanas, hablaron de cómo podía ser la sesión, de los límites que se podían poner.
"Queremos un puto sumiso para un trío. Te usaremos la boca y el culo hasta que no puedas más. ¿Estás de acuerdo con los límites? Nada de sangre, nada de marcas permanentes, palabra de seguridad: 'rojo'."
Pablo contestó temblando de excitación: "Sí, Amos. Quiero ser vuestra puta por una noche. ¿Cuándo?"
Quedaron en el piso de Víctor, un loft industrial en el centro de Madrid. Pablo llegó nervioso, con el corazón latiéndole en la garganta. Llevaba un arnés de cuero bajo la ropa, como le habían ordenado. Víctor abrió la puerta con una sonrisa.
—Pasa, cerdo. Quítate la ropa y ponte de rodillas.
Pablo obedeció al instante. El salón era amplio, luces bajas, olor a cuero y lubricante. Raúl ya estaba allí, sentado en el sofá con una cerveza en la mano, polla fuera y medio dura. Pablo se arrodilló entre ellos, desnudo, con la polla tiesa traicionándolo. Ya estaba allí y la situación le excitaba mucho.
—Empieza con la mía —gruñó Víctor, sacándose la verga monstruosa.
Pablo abrió la boca y se la tragó hasta donde pudo. Era enorme, salada, con venas que palpitaban. Víctor le agarró la cabeza y empezó a follarle la boca despacio, profundo.
—Joder, qué garganta tienes, puta… Trágatela toda.
La situación empezaba a subir de nivel, después de comérsela a Víctor, empezó con Raúl, y este empezó a subir el nivel, le cogió del pelo, y estiro del el, haciendo que Pablo dejara de mamar. Raúl se acerco a su cara y le escupió, lo miro fijamente, como mira un amo cuando esta disfrutando de su putita, y le obligo a comerle la polla de nuevo, pero esta vez, empujando su cabeza para que fuera, esa mama, lo más profunda posible.
Cuando se cansó de él, se la paso a Víctor, que tenia la polla ya como un palo y empezó Pablo a mamar esta.
Raúl se acerc�...