UNAS ZAPATILLAS, POR FIN (1/4)

Madrid, 2025.
- Vale, veamos... - Mario hizo una pausa - en esta carta me explicas que, con tal de que...
Rubén, de rodillas, levantó el rostro, miró a su amo, quien había cambiado su vida desde aquel primer encuentro.
"Solo se trata de echarte una ojeada de cerca. No te hagas ninguna película ni te figures otra cosa" fue la advertencia. En aquella ocasión, Mario dejó escapar algún comentario bastante grosero sobre la apariencia física del aquel que se postulaba para servirlo.
Ahora, meses después...
- Con tal de suplicarle a Usted que considere no abandonarme - susurró Rubén.
- Escucha, he leído lo aquí está escrito - Mario comenzó a explicarse. Abrió caja de madera, regalo de Rubén, y extrajo la carta doblada.
Este continuó mirando las deportivas de Mario, que adoraba lamer y besar.
- Me mandas esto - Mario agitó la carta en su mano - para convencerme de que harías lo que sea por seguir sirviéndome. ¿Es así?
Rubén solo movió la cabeza.
- Mírame - Mario lo cogió por la barbilla y le levantó la cara. Esa mezcla de miedo, incertidumbre, deseo, desesperación en el rostro de Rubén... -. ¿Sabes qué? Con esta carta solo has acelerado lo que estaba por ocurrir.
Era como si a Rubén se le paralizase la sangre que circulaba por su cuerpo.