Escrito por: MasterJuan
1521 palabras
VI.-
En el pabellón de los esclavos los estaba esperando el Verdugo. El esclavo alemán le saludo inclinándose y besándole los pies y se retiró. Cuan quedó allí.
El Verdugo quedó solo con Cuan que espero con las manos en la espalda y mirando al suelo.
- ¿Por qué hablaste con el otro esclavo?
- Perdón Señor, lo lamento.
- Habrá castigo.
- Sí Señor, me lo merezco - le salió decir a Cuan, atrapado por el miedo.
- ¡Haz 20 pushups ahora, acá!
Cuan obedece y los hace con la mayor dedicación posible. Se pone de pie y adopta la misma posición de sumiso que ya tiene asumida.
- ¡Manos en la nuca, separa las piernas y cuenta, fuerte y claro!.
- Sí, Señor - responde Cuan.- y el Verdugo utiliza su látigo y le aplica 30 azotes que Cuan aguanta con templanza, aunque son intensos y para él una dolorosa novedad.
Los cuenta estoicamente, evitando quejarse, pese a que lo hace, pero discretamente y en pocas oportunidades.
Cuando el Verdugo termina, tiene la piel de la espalda escocida y roja.
- Gracias Señor - dice Cuan.
- A trotar, ducharse y desayunar.
- Sí Señor.
¿Qué sintió Cuan en ese momento?. Había estado toda la noche con alguien más joven que él, maravillo y espléndido, que lo había felicitado. Se había sentido haciendo lo correcto, hasta feliz, pero este castigo y maltrato por el Verdugo le había hecho poner los pies en la tierra, recordándole su condición y que no podía enorgullecerse de nada, que su estado natural era la incomodidad.
Eran duras lecciones, pero las estaba aprendiendo bien.
Cumple todo lo que le dicen y cuando termina de desayunar, el Verdugo le ordena seguirlo y le conduce hasta la parte posterior a la casa principal, al otro extremo del pabellón de los esclavos.
Era una especie de establo. Allí ya estaban los tres esclavos que ya había visto (el mexicano, el argelino y el alemán), él era el cuarto. Luego llegaron los dos rumanos, todos dirigidos por el Verdugo que dio las instrucciones.
Los rumanos trajeron cuatro cajas, donde estaban los aperos que hoy utilizarían los esclavos.
Sí, porque los tres esclavos más Cuan hoy conformarían un tiro de animales que serían la tracción de la calesa que el Amo utilizaría para hacer un paseo por la extensa finca.
No era tema menor.
Los dos esclavos más experimentados (el mexicano y el argelino) irían delante, llevando el principal esfuerzo de tiro, atrás irían el esclavo alemán y Cuan.
Para hacer que los cuatro conformaran un afiatado tiro de animales, se requería instalarle a cada uno de ellos la brida conformada por una cabezada, de cuero. La brida iba así: la testera, que era la parte principal parte, que iba en torno a la cabeza del esclavo delante de las orejas pasando por debajo de la mandíbula; uniendo esta sección...
El Entrenamiento (Parte VI)
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