LA INVITACIÓN

LA INVITACIÓN

Por naceswo

He vivido solo demasiado tiempo. Esta casa, rodeada de árboles y silencio, ha sido mi refugio, mi templo, mi fortaleza. Aquí nadie me juzga. Aquí las normas las pongo yo. Pero el silencio también pesa.

Cuando lo invité, no fue un capricho. Fue una decisión meditada. Había leído sus palabras durante meses. Ese estilo profundo, esa forma de entender la sumisión como algo más que sexo. Filosofía. Entrega. Devoción. No es un esclavo cualquiera.

La primera noche será de observación. Quiero verlo caminar por mi casa descalzo, sintiendo la madera fría bajo sus pies. Quiero que entienda que aquí cada objeto tiene su lugar, cada gesto su significado.

Le pondré las normas claras: silencio cuando yo lea, rodillas cuando me dirija a él, ojos bajos salvo que ordene lo contrario. Pero también libertad para respirar, para existir sin miedo, porque un esclavo aterrado no sirve de nada.

Lo haré limpiar. No por humillarlo, sino porque quiero que conozca cada rincón de esta casa como si fuera suya también. Fregará los suelos de rodillas, ordenará mis libros, lavará mi ropa interior a mano, doblándola con cuidado, sintiendo la textura del algodón que ha estado pegado a mi piel. Cada tarea será un acto de devoción.

Por las noches, cuando el fuego esté encendido y las luces bajas, lo haré sentarse a mis pies. Le hablaré de filosofía, de control, de poder. Le preguntaré qué siente cuando obedece. Si le da miedo. Si le excita. Si lo necesita. Y esperaré sus respuestas, porque sé que piensa más de lo que dice.

Después vendrá el sexo. Pero no será brutal ni rápido. Será lento, calculado, medido. Lo desnudaré despacio, estudiando cada marca en su cuerpo, cada cicatriz que cuenta una historia. Le pasaré las manos por la espalda, por el culo, por las piernas, como si estuviera reclamando territorio. Y cuando finalmente lo penetre, no será para satisfacerme a mí primero. Será para recordarle quién manda, quién decide cuándo empieza y cuándo acaba.

Lo correré dentro. No porque sea un fetiche, sino porque quiero que sienta mi semen resbalando por sus muslos mientras limpia el suelo después, mientras prepara la cena, mientras se arrodilla de nuevo a mis pies. Que sepa que me lleva dentro.

Habrá días difíciles. Días en los que se pregunte qué coño está haciendo aquí, lejos de su vida, encerrado en una casa con un hombre que exige obediencia absoluta. Esos días lo probaré más. Le daré órdenes más duras. Lo ignoraré durante horas. Lo dejaré esperando de rodillas hasta que le duelan las articulaciones. Porque necesito saber si aguanta. Si esto es real o solo fantasía.

Pero también habrá ternura. Noches en las que lo abrace después de follarlo, en las que le acaricie el pelo, en las que le diga que lo ha hecho bien. Porque un Amo que solo castiga no es un Amo. Es un...