El Acompañante (Parte VI)

6.-

Terminó viviendo de lunes a sábado en la casa de su jefe. Llegaba muy temprano cada lunes y el sábado, antes de las 08:00 Am regresaba a su apartamento. No le molestaba, no le inquietaba. Se sentía bien en su trabajo y deseaba cada noche que lo llamarán al dormitorio de al lado.

Lo esperaba como perro en celo, casi con desesperación. Le gustaba todo: como Juan Bernardo control de él, lo usaba, suave al principio, rudamente después, como le daba y le acariciaba, todo.

El tercer viernes de ese venturoso mes, Juan Bernardo llamó a Facundo cerca de las 20:30 horas, que llegó prontamente a su presencia, vestido solo con su short deportivo negro. Estaba preparando la agenda de su jefe para la próxima semana, pero cuando le llamaba no podía dilatar esa orden.

- ¿Qué necesita, Señor?
- Necesito enseñarte algo necesario para que cumplas bien tus tareas. Acompáñame.

Fueron hasta el subterráneo, un sector de la residencia donde nunca había concurrido.

Era una sala completamente sellada, pintada de negro, piso de cemento pulido, estantes y clóset y bien iluminada. Se sentía ahogada hasta que se encendió el aire acondicionado.

- Mira Facundo, para prestar el servicio que estas deseando realizar, debes estar preparado. No basta con el deseo, sino que asearte. Tu agujero debe limpiarse. Hoy te enseñaré a hacerte un enema.

Facundo había escuchado de aquello, tenía una idea de que se trataba, pero nunca lo había visto ni menos practicado.

- Ponte en cuatro, te enseñaré y luego lo harás solo.
- Está bien, Señor.

Se puso en posición y Juan Bernardo comenzó la operación:

- Debes llenar este depósito con agua tibia e instalarlo a una altura suficiente para que la gravedad haga lo suyo e ingrese a tu recto con la suficiente fuerza y velocidad. La manguera debe llenarse de agua y el flujo lo manejas con la llave inicial, Cuando se haya completa la manguera con el agua, la introduces en el recto, a lo menos unos 6 cm. Te darás cuenta que el extremo de la manguera es un sistema de pitón. Debes asegurarte que esa sección ingrese completamente en tu ojete. Puedes lubricarlo un poco para que accede fácilmente. - ¿Entiendes?
- Sí Señor, lo entiendo.
- Pues bien, hazlo, introduce la manguera en tu culo.

Era primera vez que el ojete de Facundo era perforado y sintió un estremecimiento con la manguera fría. Pensó que le haría daño, pero por el contrario, ingresó suavemente y hasta de forma placentera. En cuatro, con la manguera en el culo, Juan Bernardo procede a abrir la llave y el agua tibia ingresa con fuerza en el recto de su asistente, quien se estrene con ese impulso novedoso y extraño de sentir como sus intestinos se van llevando de líquido hasta completar 500 ml.

- Retiene el agua, no la dejes salir, aprieta tus esfínter. ¡Vamos, hazlo!.

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