El Acompañante (Parte I)

1.-

No tenía claro cuándo había tomado la decisión que lo había llevado a estar hoy en esta situación sobre la cual era necesario solo asumir, pues no había posibilidad de tomar otro camino.

Pero tampoco se cuestionaba mucho, puesto que le había gustado jugar así, siempre al límite, extremando las posibilidades. Todo lo había llevado hasta este punto.

Facundo era acompañante, escort, una palabra que trataba de disimular otras más explícitas, vulgares y groseras. Lo era desde las 25 años.

Era el menor de cuatro hermanos de una ciudad provinciana que había estudiado periodismo en la gran ciudad, con mucho esfuerzo y dedicación. Había conseguido un puesto como un reportero de cancha en transmisiones de fútbol por streaming. No le había ido mal, aparte que era simpático, tenía buena presencia, sabía de fútbol y manejaba un amplio vocabulario que le significó una buena valoración, pero nunca pudo ascender a comentarista y al cabo de un año descubrió que nunca alcanzaría el puesto deseado y para peor, fue despedido y reemplazado por una mujer que poco o nada sabía de su oficio, pero que era sobrina de uno de los productores.

Se sintió discriminado por su falta de contactos en el ambiente y frustrado por que no lo valoraban en su mérito, que no era poco. Se deprimió al buscar y no encontrar otro trabajo en actividades similares. Presentó más de 30 postulaciones y en ninguna obtuvo respuestas. Se dedicó a animar shows nocturnos en una disco del barrio bohemio, gracias a su amistad con el dueño, al que conocía desde sus tiempos universitarios, pues ahí había trabajado mucho tiempo, como garzón, barista y ayudante en las producciones del salón. No era un gran trabajo, pero le permitía sobrevivir. Tenía una pareja que rompió con él una vez despedido como reportero de cancha. Vivían juntos en el apartamento de ella, el que debió abandonar e irse a residir con un amigo de la universidad que le facilitó una habitación “hasta que encontrase trabajo”.

Facundo temía que cualquier día lo expulsarían de ahí y se quedaría en la calle, por eso no descansaba buscando trabajo. Había reducido al mínimo sus gastos, como ropa, comida y el gimnasio. Todo ello le frustraba, porque desde adolescente había tenido casi una fijación con su cuerpo y su estética. Se sabía atractivo y se esforzaba por mantenerse en forma, practicaba fútbol e iba regularmente al gimnasio, solía vestir a la moda y su presentación era siempre la adecuada par el trabajo y la vida social. Eso le reconfortaba, pero ahora, le dolía tener que ir dejando esos gastos para privilegiar la pura subsistencia.

Sus amigos lo consideraban un poco frívolo y amigo de las apariencias, y de verdad lo era, pero en el fondo era una persona responsable y esforzada, que había logrado lo que era sólo con su trabajo y dedicación.

En cierta forma, estaba cosechan...