FISTING EL REENCUENTRO primera noche

Importante leer el relato anterior, LE HICE FISI A UN BARRANQUILLERO EN UN BUS INTERMUNICIPAL

Nos citamos meses después en Santa Marta, en el Caribe colombiano, en un condominio a unos kilómetros del aeropuerto y lejos de la gran ciudad.

Un apartamento bonito y moderno frente al océano, con un balcón que ofrecía total privacidad gracias al diseño del edificio.

Al ser un piso alto, nadie desde la playa podía vernos. Esto era clave, porque una de las sesiones de fisting ocurrió justo allí, expuestos al viento salado.


Él es moreno, alto, con pecho atlético, brazos fuertes, caderas anchas y nalgas grandes y carnosas.

Yo, el típico bogotano blanco, delgado, de complexión pequeña y estatura promedio.

Pero el aspecto físico no define los roles en la sexualidad ni en la sumisión. Naces sumiso o dominante; no lo eliges, como tampoco escoges tu estatura, color de piel, país de nacimiento o familia.

Hice la reserva y llegué el viernes por la noche. Mi plan: relajarme en el jacuzzi, nadar en la piscina de agua caliente bajo las estrellas, y dormir.

Él, desde el jueves, en Barranquilla seguía una dieta rica en fibra, preparándose para ser penetrado analmente por mi puño y explorar nuevos límites.

En la sesión anterior, había alcanzado 20 cm de profundidad desde los nudillos.

------
El sábado, llegó al mediodía. Almorzamos ligero y caminamos por la playa, disfrutando del sol, porque después de las 6 de la tarde vendría la verdadera diversión.

Empezamos con una botella de gin, preparando gin tonics para soltar tensiones.

Manoseo previo, seguido de una mamada profunda y brutal: presioné su cabeza hasta que su nariz se hundió en mi pelo púbico, el aire caliente escapando de sus fosas nasales mientras su lengua y labios se pegaban a la raíz de mi verga. Mis huevos golpeaban su mentón con cada embestida en su garganta de puta sumisa.


Saqué un sillón de la sala y lo coloqué en el balcón.

-----
PONTE EN CUATRO PERRITA!
-Sí, mi amo.
-----
Un culo de fisting entrenado es único: cerrado, pero lleno de pliegues delicados y deliciosos en su interior, que lo convierten en un vicio irresistible. No es para novatos; si lo follas duro sin pausa, eyaculas en cinco minutos. Yo hago pausas, así que duran 30 o 40 minutos de pura follada salvaje.

La meta: preñar ese culo de zorra, marcarlo con mi semen y usarlo como lubricante para mi puño.

Me hice la manicura con esmero, limando uñas para penetrar sin guantes.

Me gusta sentir cómo ese ano hambriento se abre como una boquita voraz con mis dedos.


Busqué su próstata, ese bultito blando y sensible, y la vibré con mis dedos hasta ver a la perra retorcerse de placer humillante.

Trajo un vibrador; lo usamos no para meter y sacar,...