La nueva vida de David: Propiedad skinhead

La vida de David cambió radicalmente desde el día que Kurt le rapó la cabeza. Ya no era una persona. Era una posesión, un objeto con funciones específicas.

Cada mañana despertaba dentro de la jaula metálica que Kurt había instalado en el rincón del salón. Las dimensiones eran justas: metro y medio de largo por un metro de ancho. Apenas podía estirarse. Dormía desnudo sobre una manta vieja, con el cinturón de castidad apretándole los huevos y la sonda uretral manteniéndole la polla constantemente estimulada pero sin posibilidad de alivio. El plug XXL nunca salía de su culo, manteniéndole el ojete dilatado y listo para ser usado cuando Kurt quisiera.

"Despierta, cerdo," gruñó Kurt abriendo la jaula con una patada. Eran las siete de la mañana.

David gateó fuera de la jaula y se arrastró hasta los pies de su Amo. Kurt ya llevaba puestas sus Doctor Martens negras de 20 ojales, y David sabía cuál era su primera tarea del día.

"Las botas, puto. Límpiamelas."

Las Docs estaban asquerosas. Kurt había salido la noche anterior y había pisado charcos, colillas, escupitajos y mierda de perro. Las suelas estaban especialmente repugnantes, con restos de porquería incrustados en los surcos del dibujo característico.

David sacó la lengua y empezó a lamer. El sabor era vomitivo: tierra, barro seco, algo que parecía caca de perro. Pasó la lengua por toda la suela, metiéndola en cada grieta, limpiando cada centímetro cuadrado de goma negra. Tragaba la suciedad mientras Kurt fumaba un cigarro tranquilamente.

"Las suelas mejor, coño. Quiero verlas relucientes."

Durante veinte minutos David lamió y lamió hasta que las suelas quedaron limpias. Luego pasó al cuero: lamer, escupir saliva, frotar con la lengua, sacar brillo. Sus labios y lengua dolían del esfuerzo, pero no pararía hasta que Kurt estuviera satisfecho.

"Bien. Ahora tus botas."

Kurt señaló las Doctor Martens rojas de 14 ojales que ahora David tenía que usar como parte de su nueva identidad skinhead. Eran las únicas prendas que le permitían llevar, además del collar con cadena.

David empezó el mismo proceso con sus propias botas. Lamer las suelas, escupir, frotar, sacar brillo al cuero rojo. Era humillante limpiarse sus propias botas con la boca, pero esa era su función. Mantener el calzado skinhead impecable, el de su Amo y el suyo propio.

"Desayuno," ordenó Kurt cuando terminó.

David gateó hasta la cocina donde le esperaba su cuenco de acero inoxidable en el suelo. Dentro había restos de la cena de anoche: patatas fritas frías, un trozo de carne con grasa, y encima Kurt había escupido y echado ceniza de cigarro.

Pero antes del desayuno venía el ritual matutino.

Kurt se colocó frente al cuenco, se bajó el pantalón y sacó su polla gruesa. "Abre la boca, urinario."

David abrió y...