LA PRÓRROGA (1/2)

En cuanto entré al bar, me arrepentí. Estuve a punto de salirme pero Nacho, el dueño, me saludó con la mano y se fue a la estantería a coger la ginebra que solía tomar.
- ¿Lo de siempre? - gritó agitándola en su mano-.
Me vi obligado a asentir, imposible escucharse: Partido de la selección, el bar lleno de tíos, muchos conocidos del barrio, griterío, aplausos.
- Hoy mal día para ponerte a leer... - Nacho quiso ser amable mientras me llenaba el vaso.
Sonreí y me coloqué al final de la barra en el único taburete libre.
Un grupo de 3 tíos enseguida llamaron mi atención. Un rubio, muy pijo para la fauna que se ve en mi barrio, con la bufanda de la selección, otro más grueso, moreno y velludo. "Juanma, coño, no grites, joder", así me enteré de su nombre, gracias al tercero.
El tercero, pelo engominado, camisa abierta, pezones marcándose debajo y perilla. Le censuraba al tal Juanma que gritase tanto, pero sus "me-cagüen--la-puta" sonaban más.
Ellos en taburetes alrededor de una mesita de las altas y yo imaginándome de rodillas entre los tres sacándoles las pollas por la bragueta. Fingía mirar a la pantalla, estar interesado en el partido, pero los desnudaba con la mirada: el chándal del tal Juanma, marcándole paquete, el vaquero apretado de uno, las NewBalance de otro.
Y... ¡Voilà, mon amie! A cada viajecito al baño de cada uno, el que no salía absorbiendo por la nariz como constipado, lo hacía como limpiándose los orificios nasales y luego pasándose disimuladamente, algo minúsculo que parecía un Paracetamol por el ruido ambiental.
El problema es que me pasé. El engominado había notado que lo miré descaradamente al salir del baño. Y me pilló mirándolo otra vez. Turno del gordito y le comentó algo al otro y ambos me miraron.
Me estába buscando un problema. Cogí tabaco y mechero y salí a fumar. "Podría haber pagado ya y salir echando leches" me reproché fuera.
Por el griterío entendí que el partido había terminado en empate. Empezó a salir gente, entre ellos, el engominado. Y se me acercó y antes de hablar yo ya supliqué que se me tragase la tierra.
- Oye, tío. Perdona. Es que... no hacias más que mirarnos a mis colegas y a mí - me soltó.
Reaccioné rápido. Me habían pillado. Sentí lo mismo que en otras ocasiones. " Si es que me lo busco yo..."
- ¿Buscas alguien que te pase? - susurró acercándose para hablarme al oído.
Respiré tranquilo porque no era por lo otro por lo que venía: - No, no. Disculpa, quizás he sido un poco descarado pero te juro que ya estoy por irme.
- ¡Ah! ¿No era por eso? ¿Entonces? - preguntó desafiante.
- No, de verdad, no, no, yo ya me voy y... - empecé a atascarme.
- Mi colega ha dicho... dice, ¿no será que es maricón y le pones? - lanzó la pregunta con cierta ironía.
- No, tío. No te pienses nada - dije sintiendo que me estaba poniendo rojo.
- Pue...