El primer Amo (2)

Al principio, intenté adivinar, por los sonidos que llegaban de la puerta entornada, los movimientos del Amo. Pero, poco a poco, me fui adormeciendo en el suelo de la jaula.
Me desperté al oir su voz y que entraba. “Bueno, perrito: ya estoy contigo”.

Abrió la puerta y, con la luz, vi la equipación de la mazmorra: una cama grande cubierta de làtex negro, una aspa, un sling, cadenas y ganchos en las paredes y en el techo….

Al ver mi cara de asombro, me tranquilizó: “Vamos a ir poco a poco, no te preocupes”.
Me llevó hasta subirme a la cama. Empezó a explorar el culo. Vio que aun era estrecho y me lo trabajó con los dedos, una crema muy fría y unos dildos, cada vez más gordos.
Yo gemía. Y eso parecía gustarle. Me dejó uno dentro y fue a abrir la puerta porque habían llamado al timbre. “No vuelvas la cabeza hasta que yo te lo diga. Mi amigo va a tomar fotos y algún video. Primero, te probaré yo.”

A partir de ese momento, el Amo y su amigo hablaban entre ellos, comentando mis reacciones, valorando mis posibilidades.

Noté la polla en mi culo y como iba entrando, poco a poco, como reconociéndolo. Mis gemidos y sus jadeos se mezclaban con las risas burlonas de ambos.

En uno de sus movimientos con el móvil, veo al amigo del Amo. Es un hombre maduro, con pelo y barba completamente blancos. Fornido, velludo,...porque solamente lleva un pantaloncito de deportes. Se nota que está empalmado y cada vez más excitado, empieza a darme bofetadas en la cara y palmadas por todo el cuerpo con la mano que tiene libre.

El Amo también me da cachetes, cada vez más fuertes, en las nalgas.
Por ahora, puedo aguantar, no necesito mi palabra de seguridad, aunque sé que me quedará algún moretón.

En un empujón más fuerte, noto el chorro de leche caliente que me llena el culo. Yo no me he tocado pero estoy tan excitado que puedo correrme en cualquier momento. El Amo lo capta y le ordena al amigo que me maniate las manos con unas esposas que hay colgadas de la pared.

“Estas estrechito, perrito,...por eso me he corrido tan pronto….”

Entre los dos, me bajaron de la cama y me llevaron a un rincón de la mazmorra donde había una especie de plato de ducha grande en el suelo.

“Ahora, es también tu decisión: ¿quieres ser mi perro y que continuemos jugando?”
Al aceptarlo, empezó a mearme por todo el cuerpo, con la dificultad mía para esquivarle, y el amigo grabándolo todo. Yo resbalaba, caía y me mojaba más con los orines.

Vi que el amigo se bajaba los pantalones, la polla bien erguida, y le lanzaba al Amo una mirada solícita. No pude ver la respuesta, pero entre los dos me cogieron por los pies y me acercaron a la orilla, el culo levantado, para que el amigo me pudiera follar también. Yo ya tenía el culo abierto y la polla entró más fácilmente.

“Ahora sí pu...