Bully en Locktober 4

Tz tz tz tz - hace mi tío con la boca y se sienta en la jaula delante de mi- mírate donde acabaste por estar de curioso

Bajo la mirada instintivamente, no puedo decir nada, traigo el bozal y he babeado tanto que hay un charco debajo de la jaula, aún traigo un hilo de saliva colgando de la comisura de mis labios

-Bueno, ya descubriste mi secreto- me dice- y por lo visto lo estás disfrutando… porque lo estás disfrutando ¿no?- el único gesto que se me ocurre es levantar los hombros mirándolo a la cara con cierto arrepentimiento.

-Bueno, creo que a los curiosos hay que castigarlos ¿tú qué opinas Enrique?- dice mirando a la puerta.

Enrique no dice nada, lo escucho acercarse a mí y arrodillarse detrás de mí, con su mano grande me empuja el abdomen para hacerme levantar las nalgas, las levanto… siento su fuerza y su cuerpo enorme… la verga se me pone bien dura.

Enrique me suelta una nalgada… compruebo que su mano es enorme y que… efectivamente causa un ardor considerable al castigar…

Zazzzz… zazzzz… zazzzz… el sonido de aquella noche que los escuché sesionando se repite, esta vez en mi carne, en mis nalgas, en mi cuerpo… mgggg me siento tan humillado de estar desnudo en medio de los dos, y ser castigado a mi edad ufff… me pone tan caliente…

Zazzzz… zazzzz… zazzzz… me aguanto y no me muevo, no sé si quiero ser un machito o si pienso que realmente merezco ese castigo por meterme en donde no debía… zazzz.. zaz…. Zaz… mi tío observa cómo me castigan y sonríe… lo disfruta… zazzz zazzzz zazzzz que lo disfrute me excita… me pone muy caliente… zazzzz zazzzz… se que Enrique no está usando toda su fuerza para castigarme… eso me hace sentir cuidado y al mismo tiempo me prende muchísimo… ¿seré su esclavo a partir de ahora? ¿Me someterá como a mi tío? Por mi mente pasan todas las opciones y todas me parecen exquisitas…

Finalmente el castigo termina. Enrique me libera de las esposas y me levanto como un resorte.

-Ven, tu y yo vamos a tener una conversación en la sala- me dice levantándose y caminando a la puerta, Enrique se queda recogiendo las esposas y yo salgo a sentarme con mi tío.

En el segundo piso de la casa hay una estancia con dos sillones muy cómodos, individuales, de esos que se reclinan y casi quedas acostado.

Bajamos al segundo piso, mi tío me ofrece el sillón que está cerca de la salida hacia la azotea y él se sienta en el otro, las nalgas me arden y es reconfortante sentarme en el sillón tan acogedor.

Me siento algo avergonzado y pienso que estará molesto, me sorprende verlo sentado, sonriente en uno de los sillones del cuarto de televisión.

Aquellos sillones pueden girar desde una base, los giramos y quedamos uno frente a frente.

-Gerar- me dice en tono cariñoso- esto para mí no es un juego, ...