Perrito en: El Apartamento de los Traficantes I

Nota: Los Nicks que aparezcan en el relato son ficticios.

Habías quedado con "Paco22" de la app. Foto normal, parecía majo. Te citó en un barrio chungo de las afueras, pero estabas tan necesitado de rabo que no te importó. Subes al tercero sin ascensor, llamas al timbre, y te abre un chaval de unos 25 años, rapado, camiseta sin mangas.

"¿Tú eres el maricón?" te dice sin más ceremonias.

Entras y ves que no es un piso normal. Hay tres tíos más: uno negro enorme en el sofá, otro latino con pinta de camello, y un gitano mayor contando billetes en la mesa. Huele a hachís y hay bolsitas de coca esparcidas.

"Mira lo que nos ha venido a visitar," dice el negro levantándose. "¿Te gusta lo que ves, perra?"

El que te abrió cierra con llave. Te das cuenta de que no era una cita normal.

"Tranquilo, maricón. Aquí se viene a follar, ¿no?" dice el latino. "Pero aquí las normas las ponemos nosotros. Tú vas a ser nuestra puta personal este finde, y a cambio te damos toda la coca que quieras."

Te enseña una bolsa de medio kilo.

"Si te portas bien y nos complaces a todos, sales el domingo lleno de leche y colocado como una puta. Si no..." Se acaricia una navaja que lleva en el cinturón.

El gitano se acerca: "¿Qué dices, perrito? ¿Te quedas o prefieres que te ayudemos a decidirte?"

Miras la puerta cerrada con llave. Miras sus pollas marcándose ya en los pantalones. La coca brilla en la mesa como diamantes. Tu polla se pone dura sin que puedas evitarlo.

"Veo que el maricón ya ha decidido," ríe el negro. "Venga, desnúdate y ponte a cuatro patas. Vamos a probarte."

El de la navaja corta una raya enorme sobre la mesa: "Primero te colocas bien, perra. Así estarás más receptiva."
Te acercas a la mesa con las piernas temblando. La raya es enorme, del grosor de un dedo. El latino sonríe viendo tu cara de vicio.

"Así me gusta, perra. Métete esa raya de una vez."

Te inclinas sobre la mesa, coges el billete enrollado que te ofrecen. La coca entra como un tren por tu nariz, quemando, haciendo que los ojos se te llenen de lágrimas. El corazón se te dispara, la mandíbula se tensa, y una ola de euforia te recorre el cuerpo.

"Buena perra," dice el gitano. "Ahora desnúdate. Despacio. Queremos ver qué mercancía tenemos."

Te quitas la camiseta con manos temblorosas por la droga. Los cuatro te miran como lobos. El negro se acaricia ya el paquete.

"Los pantalones también, maricón. Y los calzoncillos. Aquí no necesitas nada."

Cuando estás completamente desnudo, el de la navaja silba: "Mira qué culo más respingón tiene la perra. Y la polla ya se le está poniendo dura."

"Ponte a cuatro patas en el sofá," ordena el negro. "Cabeza abajo, culo arriba. Como las putas."

Te colocas como te manda. La coca hace que todo...