Perrito en: Los muelles del Nervión

NOTA: La localización existe, pero los personajes no. La accíon que se relata es imaginación del autor.

Son las dos de la madrugada cuando recibes el mensaje en la app: "Muelle de Olabeaga. Zona de contenedores. Busca la grúa roja. Trae poppers." El Nervión huele a salitre, gasóleo y esa mezcla industrial que caracteriza los puertos. Tus pasos resuenan sobre el asfalto mojado mientras te adentras en la zona portuaria.

Las luces de las grúas proyectan sombras gigantescas sobre los contenedores apilados. El agua del río chapotea contra los muelles con un sonido sordo y constante. A lo lejos distingues la grúa roja y tres figuras esperando.

Kepa, el capataz del turno de noche, te hace señas desde la sombra de un contenedor. Cuarenta y tantos, brazos como troncos, mono de trabajo manchado de grasa. A su lado están Unai y Gorka, estibadores jóvenes con esa pinta de currantes que llevan todo el día cargando contenedores.

"Llegas puntual, cachorrito", gruñe Kepa mientras se enciende un cigarro. "¿Has traído lo que te pedí?"

Asientes y le enseñas los poppers. Kepa sonríe y se desabrocha el mono, dejando al descubierto un torso peludo y una barriga cervecera que termina en unos calzoncillos grises empapados de sudor.

"Llevamos doce horas moviendo mierda. Estamos hasta los huevos y necesitamos descargar", dice mientras se baja los calzoncillos. Su polla, gruesa y sin cortar, ya está medio empalmada. "Ponte de rodillas ahí, contra el contenedor."

Te colocas como te ordena sobre el asfalto húmedo. El suelo está frío y rugoso, manchado de aceite y agua del río. Unai, el más joven, se acerca por tu izquierda.

"¿Seguro que aguanta lo que le vamos a dar?" pregunta mientras se desabrocha el mono azul marino.

"Este perrito vino aquí buscando exactamente eso", responde Kepa agarrándote la cabeza. "¿A que sí, perra? Diles lo que quieres."

"Quiero... quiero que me uséis", susurras mirando las tres pollas que se yerguen delante de tu cara.

"Más alto, que no se oye con el ruido de las máquinas", ordena Gorka, un vasco corpulento con los antebrazos tatuados.

"Quiero que me uséis como vuestro cumdump", gritas, y tu voz resuena entre los contenedores.

Kepa te mete la polla en la boca sin previo aviso. Sabe a sudor, a jornada laboral, a masculinidad pura y cruda. La empuja hasta el fondo mientras Unai te quita la camiseta de un tirón.

"Joder, qué garganta", gruñe Kepa. "Gorka, prepárale el culo mientras yo le enseño a tragar."

Sientes las manos callosas de Gorka bajándote los pantalones. El aire frío del río te golpea la piel desnuda. Te escupe en el agujero sin contemplaciones.

"Está más prieto que un contenedor cerrado", se ríe mientras te mete dos dedos de golpe.

El dolor te hace arquear la espalda, pero la polla de Kepa en tu garganta te im...