Salimos de las compras

El Señor y yo salimos del Sex Shop y de nuevo en taxi fuimos hacia su casa en la zona alta de Barcelona. Mi polla seguía aprisionada con la jaula y el muy cabrón le iba haciendo caricias durante el trayecto.

Cuando entramos al piso abrió un cajón y dijo:

-Anda, si estaba aquí el lubricante, qué gracia!! hahaha.

Me hizo subir unas escaleras y llegamos a una mazmorra bien equipada: suelo de parquet, paredes insonorizadas, un potro, grúa miles de juguetes en las paredes, un sillón como un trono, mesa acolchada con amarres, una cama… Todo perfectamente ordenado y con mucha clase.

Ya desnudo me liberó la polla que automáticamente se relajó por la impresión y el miedo….

-No perderemos más el tiempo. Ponte sobre la mesa.

Me puso una capucha con agujeros, muñequeras, tobilleras y me dio una caja llena de pinzas. Habría unas 50 o 60.

-Ponte las pinzas por el torso, empieza por los pezones. Y ponlas fuertes.

Desapareció y volvió vestido totalmente de cuero. Se sentó en el sillón-trono, cogió un vaso de tubo, se sacó la polla y lo llenó con una meada. Fue al mueble bar, puso dos hielos y completó el vaso con un licor.

Yo seguía a lo mío con las pinzas y él observaba. Cuando terminé se acercó con el vaso y sucedió lo que era evidente:

-Bebe, me ordenó.

Y claro. Lo hice. No era agradable pero lo hice porque si mi Amo lo ordena yo lo tengo que hacer. Ese es el trato.

Me puso de rodillas y ató mis manos a los pies y a la mesa por detrás. Mi torso con las pinzas quedaba ligeramente arqueado. Escupió en la boca, me tapó los ojos con un antifaz y dijo:

-Me voy a divertir. Si te duele grita, no vas a molestar a nadie y a mi me gusta. Y si te duele mucho, pues grita mucho. Me va a gustar más.

Y no grité, gemí porque lo que hizo fue pasar un vibrador por mi polla…guuauuu, eso me ponía muy cachondo….mmmmmmm…se acercó al culo…mmmm….ya estaba totalmente desconectado del mundo y solamente sintiendo placer….

-Venga, ahora un dildito….

Y efectivamente, me metió un dildo pequeño bien lubricado que entró sin problema. El problema fue cuando se empezó a hinchar…aaaaaauuu…. el tio hinchaba y desinchaba a placer.

La postura empezaba a doler, pero era mejor no decir nada para no molestar…. ya me había olvidado de las pinzas cuando las empezó a tocar y a poner más fuertes.

-Te he dicho fuertes, sois todos iguales…



Cuando las tuvo arregladas volvió a darles golpecitos pero esta vez con algún tipo de palo o vara. Me quejaba un poco pero tampoco mucho, dolía pero me gustaba. ¡¡A eso había ido!!

Llegaron los golpes secos a las pinzas para hacerlas saltar. Algunas caían y otras no. Dolía. ¿Pero me quejaba? no. Porque me estaba gustando.

-Qué pena ...