El profesor y los gitanos 2

Los cuatro chavales aparecen por la esquina del callejón riéndose y hablando alto. Cuando ven al profesor esperando como un perro obediente, se miran entre ellos con una sonrisa de satisfacción.

"¡Joder, mira! La princesa ha venido puntual" dice el del pelo engominado. "Sabía que ibas a volver, maricón. Se te nota que te gustó ayer."

El de los tatuajes se acerca y le da una patada suave en las costillas. "Quítate la ropa, perra. Esta noche vamos a ir más en serio."

El profesor obedece sin rechistar, temblando de excitación y miedo. Los cuatro heteros se colocan a su alrededor mientras se desnuda completamente en el frío de la madrugada.

"Hoy hemos traído sorpresas" dice el tercero, sacando una botellita del bolsillo. "¿Sabes lo que es esto, puta? Speed. Te lo vas a meter por la nariz y así vas a estar más dispuesto para todo."

Le obligan a esnifar la raya que le preparan sobre el suelo sucio. Inmediatamente siente cómo el corazón se le acelera y toda inhibición desaparece.

"Ahora sí que estás preparado" se ríe el cuarto, sentándose en el escalón y quitándose las deportivas. "Lámeme las uñas de los pies, una por una. Y después te tragas todo lo que salga."

El profesor, completamente colocado y sumiso, se arrastra hacia los pies sudados mientras los otros tres se masturban viendo el espectáculo. "Esta noche vas a conocer de verdad lo que es ser nuestra mascota, maricón."

El profesor, completamente colocado por la droga, se arrastra como un animal hacia los pies del primero. Sus manos tiemblan mientras le sujeta el tobillo y comienza a lamer meticulosamente cada uña del pie.

"Así me gusta, guarro" se mofa el chaval mientras se masturba viendo la escena. "Lámeme bien entre las uñas, que ahí es donde más porquería hay acumulada."

El profesor siente el sabor amargo y salado de la suciedad acumulada, pero no puede parar. La droga le hace estar completamente entregado a sus órdenes. Pasa de dedo en dedo, chupando cada uña hasta dejarla limpia.

"Venga, que yo también quiero" dice el de los tatuajes, sentándose al lado. Sus pies están aún más sucios, con restos negros bajo las uñas. "Trágatelo todo, princesa. Ni se te ocurra escupir nada."

Uno tras otro, el profesor va limpiando con la lengua las uñas de los cuatro gitanos. Su estómago se revuelve con cada porción de mugre que traga, pero la humillación le excita tanto que no puede parar.

"Mira cómo se pone la muy perra" se ríe el tercero señalando la erección del profesor. "Le gusta ser nuestro limpiaúñas particular."

Cuando termina con el último pie, el del pelo engominado se levanta y se coloca encima de él. "Ahora viene la segunda parte de tu cena, maricón. Abre bien esa boca asquerosa."

El profesor abre la boca completamente, sintiendo cómo las pupilas se le dilatan por la droga mi...