Perrito en: El Glory Hole del Sótano

El mensaje llegó a las 21:45: "Local 47, sótano, 22:30. Ponte de rodillas y espera. Trae poppers". Sin fotos, sin más detalles. Solo una dirección en el barrio más chungo de la ciudad y esas instrucciones tan directas que te pusieron la polla dura al instante.

Caminas por calles mal iluminadas hasta encontrar el local. Es un bar cutre con las ventanas tapadas por dentro. Empujas la puerta trasera como te indicaron y bajas unas escaleras estrechas que crujen bajo tus pies. El aire se vuelve más espeso con cada escalón, cargado de olor a sudor masculino, poppers y sexo crudo.

El sótano es más grande de lo que esperabas. Paredes de ladrillo húmedo, suelo de cemento manchado de quién sabe qué. Hay varios cubículos separados por paneles de madera barata, cada uno con agujeros de diferentes tamaños. Tu respiración se acelera mientras observas las manchas blanquecinas alrededor de cada abertura.

Te diriges al cubículo del fondo como te dijeron. Dentro solo hay un banco bajo y un bote de lubricante medio vacío. Te arrodillas frente a la pared agujereada y esperas. Al otro lado oyes voces masculinas, risas graves, el tintineo de hebillas de cinturón.

"Ya está aquí la putita" dice alguien. "A ver qué tal mama este maricón".

La primera polla aparece sin avisar por el agujero central: gruesa como una lata, con venillas marcadas, ya goteando precum. No puedes ver nada más que ese pedazo de carne morena que se balancea frente a tu cara. Sientes cómo se te hace la boca agua antes de cogerla con ambas manos y empezar a lamer la punta.

"Joder, mira cómo se relame el muy cerdo" comenta otro. "Dale caña, que para eso está aquí".

Te la metes entera en la boca, sintiendo cómo te abre la garganta. El sabor es intenso: sudor, pre-eyaculación y algo más que no sabes identificar. Chupas con ganas mientras al otro lado oyes más voces uniéndose, comentarios sobre lo zorra que eres, sobre lo que van a hacerte.

Una segunda polla aparece por tu izquierda, más pequeña pero igual de dura. Sin soltar la primera, giras la cabeza para lamerla también. Te sientes como un perro hambriento tratando de atender a ambas.

"Mira cómo se vuelve loco el maricón" ríe alguien. "Necesita más, ¿verdad putita?"

El primero se corre sin avisar, llenándote la boca de leche espesa y caliente que casi te ahoga. Tragas todo como el perro obediente que eres mientras la segunda polla busca tu garganta.

Apenas has terminado cuando una tercera aparece por el agujero de abajo, a la altura perfecta para tu culo. Esta está diferente: más grande, con un olor más fuerte, se siente extrañamente caliente contra tu entrada. Pero estás tan cachondo que solo puedes pensar en tenerla dentro.

Te echas lubricante en los dedos y te preparas rápido mientras sigues mamando la segunda polla. Cuando te la metes, sientes cómo te abre ...