3- La obsesión cumplida

La transformación de Kai había durado ya dieciocho horas cuando finalmente vio el bote de Roberto acercarse a la costa. Durante todo ese tiempo había estado esperando entre las rocas, desnudo y tiritando, su nuevo cuerpo humano expuesto a los elementos mientras planificaba cómo abordar al pescador.

No necesitaba un plan elaborado. Simplemente se lanzó al agua y comenzó a nadar hacia el bote, fingiendo estar en peligro.

"¡Ayuda!" gritó, chapoteando dramáticamente. "¡No puedo llegar a la orilla!"

Roberto dirigió su bote hacia él, pero cuando Kai subió a bordo empapado y completamente desnudo, el pescador lo miró con una mezcla de sospecha y reconocimiento.

"Tú," murmuró Roberto, estudiando esos ojos verdes que le resultaban tan familiares. "Te conozco."

"No, yo..." comenzó Kai, pero Roberto lo agarró por el cuello y lo empujó contra el fondo del bote.

"Eres el sireno que me estuvo observando, ¿verdad?" gruñó Roberto, su mano apretando la garganta de Kai. "¿Pensabas que era idiota? Esos ojos verdes son inconfundibles."

Kai sintió pánico y excitación al mismo tiempo. Roberto había descubierto su identidad, pero en lugar de huir, se sentía más excitado que nunca por estar completamente expuesto ante el hombre dominante.

"Sí," jadeó, sin intentar negarlo más. "Soy yo."

Roberto rió, un sonido cruel y despiadado. "Qué patético eres. ¿Te transformaste en humano solo para que te poseyera?"

"Sí."

"¿Y cuánto te costó esta transformación?" Roberto aflojó ligeramente el agarre en su cuello, pero mantuvo a Kai inmovilizado.

"Un año de mi vida," confesó Kai, sintiendo cómo la humillación lo excitaba aún más.

"Un año entero," Roberto escupió al agua. "Qué desesperado tienes que estar para sacrificar tu propia vida solo para sentir mi polla dentro de ti."

"Estoy desesperado," gimió Kai. "He estado obsesionado contigo desde que te vi con Marco."

"Ah, así que nos estuviste espiando como el pervertido que eres," Roberto le dio una bofetada que le giró la cara. "¿Te gustó ver cómo lo dominaba?"

"Sí, señor."

"¿Y ahora quieres lo mismo?"

"Por favor."

Roberto se incorporó y comenzó a desabrocharse los pantalones con movimientos lentos y deliberados. "Está bien, criatura. Te voy a dar exactamente lo que quieres. Pero no esperes que sea tierno contigo."

Sacó su miembro, ya semi-erecto, y lo agitó frente a la cara de Kai. "Primero vas a chuparlo hasta que esté bien duro. Y más te vale hacerlo bien."

Kai se abalanzó sobre la polla de Roberto con desesperación, lamiendo y chupando con una intensidad que rayaba en la locura. Roberto le agarró la cabeza con ambas manos y comenzó a penetrar su boca brutalmente.

"Así está bien, pequeño pez," gruñó Roberto. "Chupa como...