NAUFRAGIO VIII - Entrega

Bruno y Alexis se subieron desnudos, tal cual estaban, al yate de Edward, éste les había dicho que, en su casa, en su isla, no había nadie más. Sólo el día en que le llegaban provisiones habitualmente también venía una persona, además de su amigo el patrón del barco, que le hacía una limpieza general a su casa. El resto de la semana estaban solos él y su hijo Charlie.
Mientras navegaban Edward les comentó que a él le gustaba el sexo más bien fuerte, que estaba acostumbrado a hacerlo así con Charlie y que si no se oponían le gustaría azotar duro esas estupendas nalgas de Alexis. Les subrayó que les preguntaba a los dos porque sabía la relación que tenían y que no sólo quería la aceptación del chico.
• Bruno (dirigiéndose a Alexis): “Y tú ¿qué dices?”
• Alexis (con una leve sonrisa): “Pues sería una nueva experiencia… sólo que Edward se comprometa a parar si me parece demasiado”
• Edward: “Te doy mi palabra… pero el morbo de esto es que aguantes un poco… que entiendas que tu dolor, tu sometimiento es placer para mí”
• Alexis: “Algo así ya lo pienso… quizás no tanto en la vez que me desvirgaron a la fuerza, pero luego en los días siguientes empecé a entender el placer que sentían al dominarme, al hacer conmigo lo que les salía de los cojones”
• Edward: “Cada vez estoy más seguro de que eres un chico muy inteligente”
• Bruno: “Lo es”
Al llegar Edward les mostró la casa y finalmente entraron en una habitación que tenía cerrada con llave, dentro la cama estaba a un lado y al otro lado, casi con más protagonismo que la cama, había un potro de los que se utilizan para hacer gimnasia, pero con argollas en cada pata, que enseguida le llamó la atención a Alexis. Sobre una mesa esquinera estaban algunos artefactos de dominación, un latiguillo, unas esposas, una paleta de cuero.
• Edward: “¿Te gusta? es un potro como los que se usan para hacer deporte, pero yo lo he adaptado, está muy bien acolchado y la cubierta es de piel auténtica, tócalo para que sientas la textura… y como ves en las patas hay argollas recubiertas por dentro para sujetar por los pies y las manos al sumiso que se va a usar, castigar, someter o como queramos llamarlo”
• Alexis: “O sea a mí”
• Edward: “Sí, a ti, y por como lo has mirado estoy seguro que lo estás deseando”
• Alexis: “Pues sí, para que andar con tapujos, la curiosidad me está matando”
• Edward: “¿Quieres darte una ducha primero o vamos al grano?”
• Alexis: “Sí, creo que me vendría bien una ducha rápida”
• Edward: “Vale, pero no te seques, ni el pelo ni el cuerpo, ven a mí chorreando agua, no importa que mojes el suelo”
• Bruno: “Creo que mejor espero fuera”
• Alexis: “Pero no te vayas lejos, no más de unos metros”
Alexis al salir de la ducha parecía un dios griego, un Adonis o...