Grupo de marroquíes me somete I: Mohammed

Vivía en un barrio periférico de Barcelona, muy diverso con mucha inmigración, sobretodo marroquí.

Siempre cuando salía o me dirigía al metro me cruzaba con un grupo de marroquíes que vivían en mi mismo edificio y al pasar, por mi conducta afeminada, siempre me lanzaban alguna palabra como “maricona” o “que culito” mientras se tocaban el paquete, yo prácticamente no podía contener mi excitación y eso a ellos les encantaba.

Un día salí del metro y como de costumbre estaban en el banco de siempre y el líder del grupo, que se llama Mohammed, típico macho alfa marroquí, muy guapo 1,85 cuerpo de gimnasio y típica ropa deportiva ajustada me lanzó su típica “mira la maricona” mientras escupía en el suelo y se tocaba la polla para reafirmar su masculinidad, su virilidad total y por lo tanto su absoluta superioridad sobre mi, yo había nacido para servir a hombres como Él, yo lo sabía desde lo más profundo de mi interior y parecía que Mohammed también.

Pensaba que esta ocasión sería, como de costumbre, el típico ritual entre machos para reafirmar su masculinidad frente a un hombre afeminado, pero esta vez la cosa no se quedó en un simple insulto…

Yo agaché la cabeza intenté no mirarlos a los ojos y pasé de largo como siempre pero Mohammed empezó a seguirme mientras en resto del grupo se reirá.

- Eh, maricona te estoy hablando - decía Mohammed siguiéndome.

Yo no le hice caso y entre en el portal corriendo pero Él también vivía ahí y entró y se puso a escasos centímetros de mi.

Cuando llegó lo primero que hizo es darme una hostia, fue muy fuerte casi me tira al suelo.

- Esto por ignorarme, puta maricona.

Luego me pegó otra en la otra mejilla, esta sí que me hizo caerme al suelo.

- Y esta por maricona ahaha

Mohammed llevaba puesto unos tirantes completamente ajustados. que marcaban sus pectorales y todo su cuerpo fibrado y unos pantalones del PSG también muy ajustados que marcaban su gran paquete y su culazo de macho.

Yo delgado como era, con 19 años, Él tendría unos 22 y sin haber pisado un gimnasio en mi vida no tenía nada que hacer.

Aunque me sentía dolorido y humillado esa situación me puso increíblemente cachondo.

Mohammed me miró tirado en el suelo y me escupió en la cara, luego me cogió del cuello, muy fuerte, y me fue subiendo lentamente. Cuando llegué a su altura me dijo:

- Abre la boca - la abrí y me escupió en la boca.
- Traga - yo obedecí
- Buena puta - me dio una pequeña palmada en la mejilla pero yo me estremecí pensando que me iba a pegar, él se río por eso.
- Te voy a decir lo que hay y lo que va a pasar a partir de ahora -Me hizo ponerme de rodillas a la altura de mi polla.
- A partir de ahora serás mi puta, y harás lo que quiera, cuando quiera y como quiera, y si de...