AHIJADO 1 (4 /4)

Un día, después de subir de la piscina y comer se me quedó tumbado y dormido en el sofá. Yo iba y venía del salón a la cocina, recogiendo la mesa mientras se hacía la cafetera. Al mover las sillas, hicieron algo de ruido y él pareció escucharlo en sueños y se movió un poco en el sofá. Temía haberlo despertado pero me pareció que mascullaba algo entre dientes y se quedó boca arriba con las piernas separadas y exhibiendo un bulto considerable bajo un ligero pantaloncito deportivo.
Sentí una repentina presión bajo mi pantalón corto y me retire a la cocina. La cafetera borboteaba y traté de borrar de la memoria la imagen de Lalo tumbado con su paquete bien a la vista, como diciendo ven, tío Sebas, ¿Quién mejor que tú para disfrutar de esto, padrino?
Dejé la bandeja con mi café y un vasito frío para tomarme un chupito. La idea era sentarme a cabecear viendo las noticias mientras el monstruito se pegaba el siestón. Pero sucedió lo que noches después habría de quitarme el sueño y no supe, o quise, evitarlo. Mi paquete Contemplaba aquel cuerpo joven, todo belleza, todo energía. Sentía mi polla pedir permiso para crecer liberándose de la tela. Me toqué suavemente. Fue peor.
Se endureció hasta dolerme. Me levanté. De pie, a cierta distancia por detrás de donde apoyaba su cabeza, por si se despertara de repente, me hice una paja a lo bestia. No podía apartar mi vista de sus pies, sus muslazos, sus pezones... Mi leche no tardó en salir lanzada al aire. Ahogué un gemido de placer, algo incontrolable dentro de mí.
Unas pequeñas gotas de mi corrida habían caído en su pelo, por la zona de la nuca. Limpié la corrida del suelo pero la leche de su pelo se secó entre sus rizos.
Volví a la cocina. Todo yo era una mezcla de vergüenza y excitación. Luchaba por sacudir una y otra vez, la pregunta que me asediaba cada pocos segundos:
¿ Qué pensaría su padre si se llegase a enterar de esto?
( CONTINUARÁ...)