Escrito por: CerdaJacobina
1542 palabras
No sé en qué momento exacto empezó a excitarme la idea de ser usado por hombres como él. Supongo que siempre estuvo ahí, agazapado, como un animal que no te muerde pero te respira en la nuca. Fue en la universidad cuando lo sentí por primera vez de verdad, con nombre, cara y olor. Se llama Youssef. Y es... jodidamente perfecto.
Por aquel entonces tenía 20 años. Estudiaba Ingeniería y pasaba más tiempo en el gimnasio que en la biblioteca. Soy de complexión fuerte, brazos marcados, pecho ancho, mandíbula cuadrada. La piel clara contrasta con la barba de color castaño que me dejo siempre bien recortada. Llevo pendiente en una oreja y me gusta vestirme apretado, para que se note el cuerpo. En las fotos me gusto, pero en el espejo aún más. Vivía solo en un estudio cerca del campus y, aunque mi vida parecía bastante estándar, lo que nunca he contado es lo que realmente me define por dentro.
A veces me pajeo imaginando cosas que me darían vergüenza escribir en un diario. Fantasías donde soy una puta blanca al servicio de hombres negros, árabes, morenos, extranjeros. Fantasías donde no tengo nombre, solo agujeros. Donde me insultan, me mean, me dicen que solo sirvo para eso. Y no puedo dejar de correrme con eso en la cabeza. Nunca lo he contado. Hasta hoy.
Youssef se sentaba dos filas delante de mí en clase de Mecánica de Fluidos. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, su voz me dejaba duro. Tiene ese acento suave pero masculino, como si cada palabra llevara testosterona detrás. Es alto, fuerte, con barba cerrada y unos ojos oscuros que no miran: perforan. Siempre llevaba ropa deportiva, de esa que le marca el paquete y las piernas. Y un reloj caro en la muñeca que no pega con nada, pero que le da un aire de macho con pasta. A veces lo veía llegar en moto. O con colegas que parecen sacados de una peli de gánsteres. Me pajeaba pensando en todos.
No eramos amigos. Ni siquiera compañeros de grupo. Pero a veces lo vi mirándome. O eso creí. Y cuando lo hacía, tenía que cruzar las piernas. No por pudor, sino para que no se me note la erección. Me he imaginado muchas veces yendo detrás de él, pidiéndole que me deje chuparla, que me use, que me comparta. Implorándole.
Una noche, mirándo sus fotos y tocándome incluso después de correrme, me dije: “¿Por qué no?”. No tenía nada que perder. O mucho. Pero era casi una necesidad. Le escribí por Instagram. Le dije —no sé cómo tuve huevos— que me gustaba. Que me ponía. Que si quería podíamos quedar discretamente. Que viniera a mi casa a follarme como si yo no fuera nada. Como un objeto. Que me dejara en el suelo, desnudo, usado. Que quería sentirme suyo. Que al día siguiente haría como si nada.
Tardó dos días en responder. Solo escribió tres palabras:
“¿Estás seguro?”
Me temblaban los dedos. Le contesté con una sola palabra:
“Sí.”
No ...
La Zorra Blanca de los Extranjeros (PARTE 1)
Xtudr, el chat esencial para los fetichistas gays, te conecta con miles de chicos en tu área que comparten tus gustos. Disfruta de la comunicación instantánea enviando y recibiendo mensajes.
Explora una forma rápida, sencilla y divertida de conocer gente nueva en la red de encuentros para chicos líder como CerdaJacobina.
Con Xtudr, puedes:
- Crear un perfil con fotos y preferencias.
- Ver perfiles y fotos de otros usuarios.
- Enviar y recibir mensajes sin restricciones.
- Utilizar filtros de búsqueda para encontrar tu pareja perfecta.
- Enviar y recibir Taps a tus favoritos.
Regístrate en la aplicación fetichista y BDSM más popular y comienza tu aventura hoy mismo.
https://www.xtudr.com/es/relatos/ver_relatos_basic/42558-the-white-bitch-of-the-foreigners-part-1