De Kinky a esclavo Capítulo 2: WhatsApp

Me encontraba en casa de mi amigo “El gorras” celebrando que él había aprobado la práctica del carnet de conducir, cigarros, porros y algo de alcohol no podían faltar. Todo iba con normalidad hasta que recibí varios mensajes, de WhatsApp, todos los contesté brevemente, quería seguir en la fiesta con mis amigos hasta que abrí un chat con el siguiente mensaje
- Buenas tardes perro! -mis ojos se abrieron con platos, lo había mandado un contacto mío que tenía registrado como “SEÑOR”, no entendía nada asi que procedí a contestar:
- ¿Perro? ¿Quién eres? –pregunté.
- Es que no sabes saludar? Se dice “buenas tardes Señor”.
-Buenas tardes Señor, quién eres? -Volví a preguntar sin entender como hablaba con alguien que no conocía
-Ya no te acuerdas de mi?
-Tendría que acordarme?
-Bueno hace 3 días pareciste disfrutar comiéndome la polla
- ¿Pedro?
- Veo que te acuerdas de mi nombre, aunque a partir de ahora me llamaras Señor ¿entendido?
-Como has conseguido mi número? -le pregunté algo asustado
-Estabas tan metido comiéndomela que no te percataste de que se te cayó el móvil y yo lo cogí, mientras me la chupabas pude ver todo lo que tenias en tu teléfono, las fotos de kinky, las conversaciones con tus amigos ‘bacalas’ o lo que sean, tus contactos, tanto que hasta pude agregar mi número como SEÑOR
- Yo no soy esclavo de nadie
- Todavia, Pero si eres sumiso
- No lo soy
- Si lo eres. No te niegues a aceptar la realidad Esteban. Me sobraron varios segundos para comprobar que eres sumiso: el pedir perdón, el no mirar y mantener la mirada a otra persona, que enseguida tuvieras los pantalones en el suelo… sigo?
- Buscaba divertirme, era mi cumpleaños ¿Y porque quieres que sea tu esclavo?
- Porque tienes aptitudes para serlo, obedeciste a lo que te pedí rápidamente y por lo que pude ver en tu teléfono veo que eres un chico con la vida desestructurada, yo puedo arreglártela con control y disciplina.
- Pero a ver Pedro…
- “Señor”, te he dicho y me tratas de usted ¿entendido?
- Pero porque quieres que te trate de usted y te diga Señor?
- Porque te lo digo yo y punto. ¿entendido?
- Si señor perdone-dije algo excitado, pero también asustado, ¿y que tendría que hacer siendo tu esclavo?
- Obedecer en todo lo que te diga, dejarte guiar…
- Pero si yo no obedezco ni a mi padre…
- Pues a mí me obedecerás, de hecho, ya lo estás haciendo
- Si señor y que cosas me pedirás
- Lo que sea. Pero no pierdas de vista lo importante. Las prácticas son lo de menos. Para mí, la sumisión es un tema genético. Alfa y Omega son la primera y última letra del alfabeto griego, se suele designar por Alfa el gen del dominante y por Omega el gen del sumiso. Solo somos un 2% de la población humana en tener estos genes, y el resto no entiende nada de nuestras aspiraciones.