1. El Amo…y los amigos

Este relato es ficción mayoritariamente, aunque hay partes que han sucedido, están sucediendo…o quizá vayan a suceder próximamente.
A pesar de mostrarse situaciones de sexo sin protección por añadir morbo, por favor, tened cuidado. La salud es muy importante.

Muchas gracias por vuestros comentarios. Es mi primer relato

Dedicado a mi Amo, que con mucha paciencia me ha mostrado lo que soy.

Te tengo delante, completamente desnudo, exhibiendo ese cuerpo peludo y maduro que parece mendigar que lo usen. Miras hacia mí, esperando sumiso, mientras yo me relajo sobre una butaca, marcando el territorio y el dominio desde el primer momento. No necesitas órdenes: tu actitud lo dice todo, sabes que no tienes más propósito aquí que obedecer y dejarte manosear como un juguete que ya ni siquiera es nuevo.

—¿De verdad crees que vales algo más que para limpiarme la polla con esos dos agujeros peludos? Ven aquí, agáchate, pon la boca a trabajar, quiero que la sientas dentro mientras me la chupas, sin prisa, sin quejarte.

Mi polla se apoya sobre tu lengua pesada de deseo, y notas cómo el calor de mi cuerpo se te pega, cómo el olor de sudor adulto te invade. Tu garganta se llena de mi sabor áspero, y cada vez que te apartas, sujeto tu pelo y te fuerzo a tragármela como si fueras nada.

Termino de usar esa boca y sin darte respiro te pongo de rodillas en el suelo. Me acerco a tu espalda, mis manos aplastan tu culo peludo y te escupo dos veces—no te mereces lubricante, sólo lo justo para que me entre fácil.

La presión de mi cuerpo cae sobre tu espalda, sintiendo cómo mi peso prácticamente te aplasta contra la alfombra. Empujo mi polla gorda en tu culo, lento primero, disfrutando cómo se rinde el músculo, escuchando tu respiración agitada cada vez que meto más. Te follo con calma, como quien aprovecha un objeto sin valor: sólo sirve mientras me entretenga.

Cuando me corro en tu interior, te dejo preñada y ni siquiera me molesto en limpiarme. Simplemente me levanto y me abro una cerveza mientras tú sigues a cuatro patas, abierto, el semen bajando por tus piernas. Sonrío y marco en el móvil a un par de amigos, maduros, gordos, tripudos, que conocen ese tipo de sumisos como tú.

— Traeos ganas de meterla, tengo aquí algo que os podéis turnar - les digo.

Al llegar, entran riéndose, se quedan en ropa interior, barrigas fuera, y ni siquiera te miran de frente: solo te agarran por la cintura y comienzan a alinearse. Cada uno va metiendo su polla, dándote palmadas, llamándote tragapollas y sujeta-tripas, presionando su peso sobre ti. Mientras uno te folla la boca, otro el culo, otro simplemente se apoya en ti riendo de lo fácil que te rindes, y todos te repiten que sólo existes para que maduros como ellos gocen de tus agujeros. El olor a sudor de hombre y semen reciclado se hace ...