Lo he conocido a través de esta web. Me ha citado en su casa y me ha dicho que nunca sabré quién es, que no tengo derecho ni siquiera a verlo o reconocerlo. He aceptado.

Nada más llegar al piso del Amo, me ha colocado una máscara tapándome los ojos y me ha metido una mordaza con forma de polla en la boca. Luego me ha desnudado y tras ponerme unas gruesas muñequeras y tobilleras de cuero me ha conducido a un lugar donde he sentido el cálido tacto de la madera bajo mis pies.

Me ha colocado en el suelo boca abajo, y con el sonido de un grueso candado mis muñecas han quedado inmóviles a mi espalda. Luego se ha colocado entre mis piernas forzándolas a abrirse dejando mi culo expuesto.

He notado el frío contacto del lubricante sobre el ano, mientras el Amo con paciencia lo distribuía con generosidad. Masajeó mi culo, abriéndolo mientras yo me retorcía y trataba de impedirlo. Aunque me gustaba el placer que obtenía, sabía que tan solo estaba eliminando mi resistencia.

El Amo tomó un plug cuyo tamaño me hizo temblar. Su punta estrecha parecía meterse sola, mientras yo me retorcía de gusto. Pero a medida que iba entrando se iba ensanchando, cada vez más, hasta parecerme que me lo iba a romper. Con los últimos centímetros, los gemidos de placer se mezclaron con otros de dolor. Al llegar al estrechamiento, la propia presión del esfínter lo introdujo más adentro, inmovilizándolo. El ensanchamiento brusco junto a la base formaba el tapón, que quedaba sólidamente aprisionado en mi culo.

Luego, con un gesto rápido, volvió a juntarme las piernas y otro candado las aseguró bien juntas, impidiendo que el plug pudiera salir. Noté el frío contacto de una cadena sobre mi espalda y las manos del Amo enganchándola a las tobilleras. De ahí, la pasó por las anillas de las muñequeras y fue tirando hasta levantar las piernas poco a poco, acercando los tobillos a las muñecas.

Cuando el cuerpo quedó en tensión, otro nuevo candado fijó la cadena así. Entonces, el Amo habló por primera vez. "Así me gusta, completamente a mi merced, abierto y dispuesto para mí." Su voz era profunda y autoritaria, enviando escalofríos por mi columna. "Vas a aprender lo que es servir a un verdadero Amo."

Sentí sus manos recorriendo mi cuerpo, tocando cada rincón, explorando cada curva. Sus dedos se clavaron en mi carne, marcándome, posesivo. "Eres mío, y voy a disfrutar de ti como quiera." Sus palabras eran como un bálsamo para mi alma sumisa, haciendo que mi polla, ya dura, palpitara de anticipación.

El Amo se tomó su tiempo, saboreando cada momento. Sentí su aliento caliente en mi oreja mientras susurraba: "Voy a follar cada uno de tus agujeros hasta que supliques clemencia." Sus manos bajaron por mi espalda, acariciando mis nalgas, apretándolas con fuerza antes de separarlas, exponiéndome completamente.

Sentí algo frío y metálico en mi...