(Estos relatos están basados en parte en fantasías propias del autor, PERO en una grandísima parte se corresponden a hechos totalmente reales vividos por él, que parecen sacados de su imaginación pero que de verdad ocurrieron. Viva la vida que te sorprende y enriquece con este tipo de cosas. Lo que es realidad y lo que es fantasía lo dejo a elección del lector. Podéis preguntarme cosas puntuales, que no voy a mentir, pero sí, no sé si lo voy a contestar. Depende de la pregunta. Espero que os guste.)

Allí estaba yo en mi madurez. En el granero había 4 señores de unos 75 años que yo había conocido unos minutos antes. Eran como 4 ángeles que iban a poner todo en su lugar.

Por una relación complejísima que comprenderéis en estos capítulos, por fin se iba a hacer justicia con la persona que tenían en el centro de ellos. Inmovilizado sobre una mesa, atado y desnudo. Su cuerpo era una bendición divina, tenía 67 años, el cuerpo perfecto para mí. Gordito con unos brazos y manos fuertes y redondas, un tripón y pecho carnosito, unos pies hermosos, anchotes y con los dedos gorditos; y sobre todo unas piernas que yo no he visto aún un hombre similar con semejantes columnas romanas. Luego unos huevos grandes, redondos y perfectos. Una polla que desde que se la vi bastantes años antes siempre ha estado presente en mis fantasías.

En su boca no había mordaza por lo que se oían perfectamente su petición continua de perdón, sus ruegos y súplicas, pero ya no se podía perdonar y había que continuar. Como decían los 4 señores “era demasiado tarde”.

El hecho de que se le oyera todo no era problema porque estábamos en un granero perteneciente a una granja a kilómetros del pueblo más cercano y eso decía uno de los señores que era mejor porque sus palabras y suplicas se iban a grabar en su recuerdo también para siempre.

Se supone que yo tenía que estar escandalizado por esa escena, pero no era así. Yo iba a perder al AMO que con su crueldad e imaginación me había hecho pasar tantos momentos en los últimos años de mi vida que lejos de ser desagradables siempre acababa a los pocos días provocándome el mayor morbo y placer que puede sentir una persona.

Se abría una nueva etapa que iba a ser igual o más morbosa que ya os contaré cuando lleguemos a ella.

Para entender bien todo lo que digo hemos de retrotraernos muchos años antes, a los años de mi adolescencia y al descubrimiento en mí del sexo y como se forjó.

Corría el año 1984, nunca me preguntaba por mi sexualidad ni me preocupaba, porque sentí ese encogimiento del estómago la primera vez con 5 años y la más seria, que aún sigo en contacto con ella, con 10 años. ¡¡¡ Me atraían las chicas !!!.

Con 15 años ya tenía mis novietas (todavía no había follado a ninguna, pero eso llegaría con el tiempo y no me preocupaba).

Los chicos...