Entras en la sauna, el ambiente cargado de vapor y olor a sudor masculino. Crees que nadie te ha visto, pero ahí estoy yo, tu propio hermano, que te he pillado hace unos minutos agachado entre las piernas de un tío, haciendo chapas como una auténtica zorra necesitada. Te quedas parado, la vergüenza se te nota hasta en los ojos, pero no digo nada. Te cojo del brazo y te arrastro, firme, al vestuario. Sin dejar que protestes, te llevo hasta la puerta trasera y te empujo hacia fuera. “Te vienes conmigo”, te ordeno, con esa voz seca que sabes que no admite réplica.

En el bar huele a cerveza rancia y a tío cansado. Te siento frente a mí, te miro fijamente, cruzando los brazos y clavando los ojos en tu cara roja. “¿Así que te has vuelto un tragapollas?”, digo, alto, sin suavizar. Giras la cara, avergonzado, pero no te dejo apartarte. “No me jodas, mírame. ¿Desde cuándo te dedicas a esas mierdas? ¿Cuántos te has comido esta noche?”, sigo, disfrutando de cómo te retuerces en la silla, incómodo, sin poder huir del interrogatorio de tu propio hermano.

Te noto tragando saliva, sin atrevimiento ni para mentir. Te obligo a decir la verdad, a contarme con detalle cuántas pollas has tenido en la boca, cómo te han agarrado la cabeza, cómo te han corrido en la boca o te han dejado con las rodillas temblando. Quiero oírlo de tus labios, con la humillación haciéndote sudar frío.
Te siento en la mesa del bar, bajo la luz amarilla, rodeado de tíos que te miran de reojo. Me inclino hacia ti, acercando la cara, y empiezo a machacarte a preguntas, directo, sin piedad, esperando respuestas igual de sucias.

—¿Cuántos te has tragado esta noche, zorra?

—...silencio

—No te me hagas el tímido ahora, responde. ¿Te han llenado la boca o te has puesto sólo de rodillas a practicar?

—...mas silencio

—¿Quién ha sido el primero que te ha pillado en la sauna? ¿Te ha agarrado del pelo? ¿Te ha escupido en la cara antes de metértela hasta el fondo?

—... flipo con mi hermano

—¿Te ha gustado que te pillara yo? ¿Has sentido morbo al verme mirarte mientras tragabas esa polla anónima?

—...en el fondo , siento una mezcla de asco , humillacion y excitacion.

—¿Cuándo vas a dejar de fingir que te da vergüenza? Si te pones tan nervioso sólo porque tu propio hermano ha visto lo que eres en realidad.

—...me jode que me tenga en su poder

Siento tu respiración acelerada, tu cuerpo rígido por la humillación, y mi mirada no se despega de la tuya.Caminas por la calle conmigo, la cabeza agachada, sin atreverte a mirarme. No te dejo decir una palabra. Al llegar a mi casa, cierro la puerta y te aprieto contra la pared. El silencio pesa, el aire está cargado de lo que acaba de pasar en la sauna, de todas las preguntas que has tragado sin responder.

Te agarro fuerte de la ...