Nada más pulsar al timbre, el nerviosismo te recorre el cuerpo. Sabes perfectamente con quién te vas a ver: Ana y Juan, la pareja hetero que contactó contigo después de que Ana pillara a Juan viendo porno gay. Fue una conversación honesta entre ellos y tomaron la decisión de abrir su relación, de explorar juntos lo que realmente les excita a ambos. Y aquí estás tú, listo para ser la pieza nueva en su cama.

La puerta se abre y Ana te recibe. Va vestida de forma discreta, aunque no puede ocultar su sonrisa nerviosa y la chispa de curiosidad en los ojos. Juan está a su lado, se nota que está inquieto, le tiembla un poco la mano cuando te da la bienvenida. Os saludáis, su mirada se desvía momentaneamente a mi entrepierna. Le sonrio con una sonrisa que dice "te he pillado". Hay un aire raro, una mezcla de tensión sexual y vergüenza. Paso al salón.


Ana toma el control rápidamente. No quiere que la cosa se quede a medias, no soporta la incertidumbre. Se os queda mirando y con voz clara dice:

—Bueno, aquí estamos. No sé cómo se suele empezar esto, pero espero que los tres lo disfrutemos.

Juan asiente, su cara roja. Te mira de reojo, demasiado nervioso para tomar la iniciativa. Ana se acerca a ti, se sienta a tu lado en el sofá, casi buscando apoyo en tu presencia masculina. Es ella la que primero te toca el muslo, tanteando hasta dónde quieres ir, esperando esa señal que le dé permiso para ir más allá.

Juan, incómodo, hace el ademán de sentarse en una silla. Observa cómo su mujer empieza a soltarse. No aparta la vista. Le interrumpo:
-Juan, creo que sería mejor que te sentaras a mi lado. Y con un gesto señalo el otro lado del sofa.-Lo quiero cerca. Está nervioso, pero creo que tiene ganas.


Comienzo haciendo algunas preguntas.
Yo: Ana ¿Te excito ver a tu marido fantaseando con lamer una polla? y juan, ¿Te excita la idea de mamar una polla?


Ana se sorprende un instante por lo directo que eres, pero no aparta la mirada. Siente esa mezcla de pudor y morbo subiendo por dentro. Te responde sin rodeos, la voz un poco temblorosa pero firme:

—La verdad… sí. Al principio me impactó, claro. Pero cuanto más lo pensaba… más me ponía. Imaginar a Juan, tan serio siempre, arrodillado y con una polla en la boca… me calienta mucho. Incluso he fantaseado con verlo hacerlo delante de mí.

Juan baja la vista, tragando saliva. La pregunta lo pone en evidencia, se nota que se debate entre la vergüenza y el deseo que no puede ocultar. Al final, reconoce lo que siente, con la voz baja:

—Sí, me pone… Me da miedo admitirlo, pero lo deseo. Pensar en tener una polla en la boca, sentirla, probarme de verdad, me pone muchísimo. Nunca lo he hecho, pero llevo tiempo fantaseando con eso. Y ahora… con Ana delante… me excita aún más.


Yo: Ana si te impacto supongo que Juan sue...