Hoy David ha despertado de buen humor, al menos eso aparenta.

-Ah ¿ya estás listo?- me pregunta cuando me ve vestido sentado a la cama a la hora que suele ir a despertarme. Me desperté más temprano para evitarme sorpresas, me puse una camisa a cuadros de Fabián y uno de sus pantalones vaqueros.

Salimos de la casa y avanzamos por la oscuridad de la granja hasta el cuarto de ordeña, al otro lado de la propiedad. David va silbando y ocasionalmente me cuenta anécdotas sobre el rancho.

-Ahí nos gustaba jugar en la tierra a Fabián y a mí- me dice mostrándome una zona que ahora es una plancha de cemento donde su mamá tiende la ropa.

-Ahí jugábamos fútbol todas las tardes después de comer- me dice mostrándome una pequeña zona de pasto verde.

-Ahí es donde agarré a Fabián cogiendo con un vecino- me dice señalándome una esquina conformada por un pequeño solar y unos arbustos- mi hermano siempre se ponía muy sospechoso a las siete de la noche, decía que le gustaba hacer caminatas nocturnas, le dije varias veces que quería acompañarlo pero me decía que le gustaba caminar solo- me cuenta David sin mucha emoción.

-Un día mi mamá me pidió que fuera a buscarlo para que me acompañara a la casa de una vecina, cuando era de noche siempre íbamos en pareja por seguridad… lo llamé pero no me escuchó. Lo anduve buscando y lo encontré ahí- no me dice más.

Fabián me contó la historia una noche después de tener sexo, aquel chico era
compañero de la escuela de Fabián, seis años menor que David, David lo molió a
golpes.

Fabián me había descrito con mucha claridad quién era David antes de morir-
una bestia- así me dijo- guapo, grandote y tosco. Nunca me perdonó ser homosexual, dejó de hablarme desde esa noche… no le contó a mi mamá nada, y la gente del pueblo por respeto tampoco le dijo nada… pero desde ese día nadie se le acercaba y apenas le hablaban-

Fabián salió huyendo de su granja y lo comprendo… a pesar de aquella historia fuimos muy felices juntos hasta que el cáncer se lo llevó de pronto.

David y yo ordeñamos las vacas sin ninguna novedad, cada vez soy más hábil.

Terminamos alrededor de las 10. David se trajo unos sándwiches, nos lavamos las manos y nos sentamos uno junto al otro a comerlos afuera del establo de las vacas.

-Bueno y entre Fabián y tu ¿quién era el hombre y quién la mujer?- me pregunta David de la nada, intuyo que trae esa duda desde que me enseñó la esquina en donde encontró a Fabián con su compañero

-Somos dos hombres David- le digo con solemnidad- éramos, los dos éramos dos hombres en la cama

-¡Si pero ¿quién se la metía a quién?!- me insiste como molesto, incómodo- o sea, ¿quién se paraba de nalgas y quién metía la verga?-

Me quedo callado unos minutos, no sé si está biencon...