💜 CAPÍTULO 1 — "Un nuevo cachorro"

11 de noviembre. 19:02h

Nuevo sumiso. Veintiún años. Moreno, de piel negra brillante como obsidiana pulida, ojos oscuros con una intensidad casi desafiante, pelo rizado con forma salvaje y labios gruesos que aún no saben lo que es callar. Me encontró por la página de Xtudr —como tantos otros— y desde el primer mensaje supe que quería algo más que palabras. Me dijo que siempre había sido activo, algo dominante incluso, pero que últimamente no podía dejar de pensar en lo otro: concretamente un perro. "Quiero probar contigo. Ser sumiso de verdad, un perro a tus pies", escribió. Le propuse quedar un par de veces, al ver que daba largas lo ignoré. Un mensaje tras otro en la pagina hasta que empezó a suplicar. Entonces le pude día y hora. Si no se presentaba lo bloquearía para siempre.

Llegó al portal con paso seguro, casi desafiante, vestido con una camiseta de tirantes blanca que marcaba los hombros anchos y los pectorales tensos, y unos vaqueros rotos que dejaban ver la carne joven. Su actitud era de "nadie me domina", pero la erección evidente en su entrepierna desmentía toda resistencia. Lo llamaremos Neo, por ahora. Su nombre real no importa. Aún no lo merece. Quizá nunca lo merezca. Hay muchos que desean el dogtraining y no no pasan del primer "guau". 

19:23h

Le abrí la puerta sin decir palabra. Ni un saludo. Ni una sonrisa. Le hice una seña seca para que entrara. Cerré. Cerré con llave, despacio. Me miró, tragó saliva. Me ofreció la mano pero no se la tendí. Le apunté al suelo con un gesto imperativo.

—De rodillas.

Me sostuvo la mirada, con ese orgullo inflamado..., dubitativo y lento, pero obedeció. Y eso era todo lo que necesitaba.

—¿Sabes lo que implica ser un perro y el dogtraining?

—Obedecer sin rechistar. Comer del suelo. Lamer botas...

—No. Eso lo harás también, claro. Pero implica mucho más. Implica dejar de existir como humano. Dejar de pensarte como alguien. No pensar. Solo reaccionar. Instintos. Solo complacer. Solo vivir para mí. Ser carne para el deseo. Mi deseo. No el tuyo.  ¿Lo entiendes?

Dudó. Claro que lo entendía pero estaba valorando si era capaz o no de llegar a serlo.

Lo dejé en silencio. Le tiré un collar de cuero negro con una argolla gruesa. Se lo puso. Le brillaban los ojos, pero aún quedaba ese orgullo torpe, esa chispa que habrá que apagar con paciencia.

19:40h

Primera orden: desnudarse. Lo hizo. Despacio, mirándome. Sin palabras. Se notaba que en eso estaba muy cómodo, seguro de saber que quien le miraba iba a descubrir un cuerpo precioso, trabajado con una sorpresa descomunal.

Se quitó el pantalón primero. No llevaba ropa interior. El miembro le salió duro, entre las piernas, grueso, venoso, curvado, inhumano: casi 23 centímetros de carne morena laten...