-Eres débil, no sirves para la granja- me dice David al oído montado encima de mi, tapándome la boca con su mano grande y recargando con fuerza su pelvis contra la mía.

Estaba dormido, es temprano en la mañana y ha caído sobre mi verga tiesa y mis huevos provocándome dolor. Con sus piernas separa mis piernas para que no pueda moverme.

-¿Quieres hacerte el machito y vivir como granjero?- me pregunta sin esperar respuesta, me presiona la mano contra la boca para que no diga nada mientras me respira agitado en la oreja- te voy a curtir para que puedas trabajar en el campo-

Agarrándome de los cabellos se levanta y me obliga a seguirlo agachado, mi cabeza va a la altura de sus manos, camino a tientas porque aún está oscuro. Bajamos las escaleras a toda prisa, el viene ya vestido con su playera sin mangas, sus vaqueros y sus botas, yo he dormido con un especie de mameluco de tela ligera que fue de Frank los últimos años que estuvo en la granja.

Conozco el camino pero David me guía hacia la sala de ordeña jalando mis cabellos que sujeta con mucha fuerza. Uso mis manos para ponerlas al frente por si caigo de frente, porque va muy rápido y yo voy muy agachado.

No llegamos a la sala de ordeña, me lleva al árbol en el que me amarró ayer, me avienta al piso y caigo de frente, como vengo prevenido no me pego en la cara. Apenas reacciono cuando David me levanta los dos pies con mucha fuerza haciéndome caer de espaldas, los botones del mameluco se abren dejando expuesto mi pecho, David me levanta con fuerza de los pies y hace pasar la cuerda por la rama gruesa, jala el extremo contrario para subirme hasta que quedo suspendido boca abajo.

David se va, dejándome solo, prefiero que esté conmigo haciéndome cosas, cuando me deja solo me da mucho miedo… regresa con una cubeta en la mano… lo miro agarrar algo en el contenido, saca un objeto pequeño… me sujeta el pezón con fuerza y lo aprieta… luego me pone el objeto en el pezón… es una pinza de ropa… cuando la suelta siento un ardor tremendo…

Tal vez para muchos tener una pinza en el pezón sea poco doloroso, pero yo acostumbrado a la vida de ciudad y a las comodidades cotidianas, a las caricias de Fabricio y al buen trato siento que me arranca el pezón con su pellizco.

David saca otra pinza, la pone junto a la que acaba de ponerme, el dolor crece… cierro los ojos un instante procurando que pase el dolor, pero solo aumenta… cuando abro los ojos tiene en sus manos muchas pinzas, las pone en el pezón que estaba libre: una, dos, tres, cuatro, cinco pinzas a lo ancho de mi pectoral… Entonces empiezo a gritar- ¡ya déjame cabrón, suéltame!- me quito una pinza con mis manos que están libres, David se da cuenta de su error y me suelta una cachetada- ¡no las quites animal!

-¡El animal eres tú!- le grito enfurecido- ¡eres una pinche bestia!- añado mientras David me amarra...