"El chill ya llevaba horas. Cuerpos sudados, música baja, luces tenues. En la mesa, la tina convertida en roca. Él la picó con destreza, cargó la pipa, la encendió… y exhaló el humo como si fuera parte del ritual. Se las fumó en pipa, sin prisa, con la mirada perdida y el bulto ya marcando intenciones.

—‘¿Estás en PrEP?’ —le preguntaron mientras otro ya le masajeaba la espalda, bajando poco a poco.
—‘Sí, papi… y me encanta a pelo. Total, ya estamos todos puestos.’

Se arrodilló, abrió boca, y la escena se volvió carne, sudor, y un vaivén de cuerpos conectados por la lujuria y el humo. Los condones ni estaban sobre la mesa. Tampoco hacían falta




"La pipa todavía humeaba en la mesita cuando él me tomó del cuello, suave pero firme, como quien ya no pregunta, solo toma.

—‘Estás listo para mí’, me dijo sin levantar la voz.
Solo asentí, con la boca entreabierta y los ojos brillando, entre la tina y el deseo.

Me colocó de rodillas, como le gusta. No hubo necesidad de órdenes. Mi cuerpo ya había aprendido. Él me ha ido graduando… cada noche, cada encuentro, llevándome más allá, esculpiéndome a su gusto.
Ya no soy yo. Soy lo que él ha hecho de mí: obediente, crudo, entregado.

Con una mano sostenía mi pelo, con la otra guiaba su polla hasta el fondo de mi garganta.
—‘Abre más... no tosas, ya estás entrenado.’
Y tenía razón. Me lo tragué todo, sin resistencia, mientras su otra mano acariciaba mi espalda, bajando hasta donde empieza el verdadero juego.

La noche no era nuestra. Era suya. Yo solo era su objeto de placer químico, sudado, perfectamente funcional. Justo como me entegre