Esclavo de mi Consuegro 2

-¿Qué pasó cabrón?- me pregunta Simeón muy serio mirándome con severidad- ¿A poco eres uno de esos pinches calienta huevos que nomás quieren charla para jalársela después-

No sé qué responder, ni cómo llamarlo, ¿Señor?, ¿Simeón?, decido contestar con un simple - No- pero luego me gana la curiosidad y pregunto - No te dije quién era ¿cómo supiste… - Simeón no me deja terminar - tienes fotos de tu cuerpo en tu perfil- Su respuesta no me satisface, mi cuerpo es un cuerpo promedio es imposible que me haya reconocido por…

-Hoy estabas nadando y vi un tatuaje en tu tobillo… el mismo tatuaje que se ve en una de tus fotos - la sangre se me hiela “¿cómo pude ser tan estúpido”, Simeón me mira sonriendo, disfrutando de mi vergüenza y sin duda de mi cara de angustia, empiezo a sudar y no sé qué decir.

-Ven putita- me dice haciendo énfasis en la palabra “putita” y me pone caliente aunque no pierdo el nerviosismo- vamos a caminar para que te tranquilices.

Caminamos hacia la playa, es una playa privada y está desierta, es cerca de la media noche, aunque en teoría está cerrada no hay vigilantes ni nadie que impida que los huéspedes deambulen por ahí.

Caminamos en silencio, el sonido de las olas lejos de darme paz me pone más angustiado.

Llegamos al límite del hotel en donde hay una especie de pared natural hecha con rocas, es una zona que solo está iluminada por la luz de la luna que brilla completa en el cielo estrellado.

-Este es un buen lugar- dice Simeón desabrochándose el pantalón y bajandoselo hasta las rodillas, debajo de su camisa se asoma una verga gorda y puntiaguda rodeada de una espesa mata de pelos. Yo no sé qué hacer, desde luego esperaba algo de humillación, pero beberme los meados de mi consuegro es algo extremo.

-Híncadita putita- me ordena. Yo no salgo de mi asombro, hubiera esperado hablar con el, tener tiempo para dialogar, explicarle que no soy lo que parece aunque lo pienso bien y me doy cuenta que es mejor no explicar nada, me arrodillo frente a él y siento que aunque vestido estoy completamente desnudo en su presencia, es una desnudez mental, es una… el chorro de orina dentro de mi boca me obliga a concentrarme en beber y dejar de pensar en otra cosa, necesito tragarla toda para no mancharme la ropa.

Su sabor es suave, huele y se siente a alcohol, a tequila, la trago hábilmente y algunas pequeñas gotas resbalan en mi camisa… Simeon se tira un pedo y luego exhala con fuerza, estira un brazo y con la mano del otro mantiene su gruesa verga dirigida a mi boca… trago y trago… hasta que termina de orinar, se sacude la verga sobre mi lengua y luego me la pasa por las barbas para secarla. Cuando termina, en la actitud cotidiana de un hombre que acaba de orinar un mingitorio se sube el pantalón.

-Buen perro- me dice sonriendo- vete a dormir, mañana te espero a...