Capítulo I................................., me apretó los hombros para forzarme a arrodillarme y me dijo "mámala" mientras se desabrochaba el pantalón.

Capítulo II

No sé que le llevó a cambiar de actitud, pero a mi me hizo feliz. Me puse a mamarle la polla como si fuera la última que me comiera en mi vida. Mi lengua trabajaba su glande mientras con la mano lo iba descapullando, salivando todo el tronco y lamiéndole sus huevos, metiéndome primero uno, luego el otro, sacándo mi lengua viperina hasta llegar con la punta al perineo, llegar hasta el ano y volver a comerme sus huevos. Jose no estaba relajado como la otra vez, estaba muy activo pellizcándome mis pezones, dándome órdenes, agarrándome la cabeza y follarme la boca hasta meter toda su polla, cada vez más acelerado y sin soltar mi cabeza se corrió dentro de ella, en cada espasmo podía notar como sus chorros de lefa golpeaban mi garganta.

Me retubo en esa posición hasta que su polla se volvió flácida, alguna gota de leche se derramaba por mi barbilla que él la recogía con su dedo para ofrecérmela de nuevo.

Agotados nos sentamos en el sofá sin decir nada, mirando al infinito y yo sin saber que decir ni disculparme por lo del otro día. Él tampoco decía nada, ni porque había regresado o cambiado de opinión, los dos mudos, en silencio y recuperando fuerzas.

Yo estaba en calzoncillos, él aún vestido con los pantalones y los slips bajados, se levantó, se desnudó y me agarró del brazo hasta llevarme a la ducha. Me indicó que me pusiera en cuclillas y sin más se puso a mear sobre todo mi cuerpo, su chorro era potente y tenía la vejiga a rebentar. Quedé bien empapado de sus meos, pero también quedé sorprendido por su acción, aunque se excusó por ello porque era algo que no se lo quitaba de la cabeza desde que vió un vídeo guarro de los mios, que le daba mucho morbo la sensación de dominación meándose sobre alguien, tenía que probarlo y además me advirtió que le había gustado, le hacía sentir poder sobre el otro.

Nos duchamos y me propuso regresar donde lo habíamos dejado. Por mi expresión de mi cara ya vió que no lo había entendido, me propuso que le hiciera un masaje pero esta vez sin mariconadas, lo dijo sonriendo y con ironía, ya que iba desahogado de la reciente mamada.

Se tumbó sobre su cama y yo fuí a buscar algún aceite o crema de cuerpo, pero no encontré nada ni él disponía porque todavía tenía sus cosas en el hotel. Eso no fué un problema, le dije que le haría el masaje con la lengua, él aceptó la proposición comentando lo perverso que era y lo puta y guarra que era yo.

Tumbado boca abajo, empecé a lamerle el cuello, se estremeció y se le puso la piel de gallina. Luego me puse a recorrerle la espalda, sus brazos, sus axilas, le estaba gustando. Seguido me fuí para las piernas, los pies, metiéndome cada dedo en mi boca como si f...