*ficción

La familia de mi papá se enteró de mi existencia muchos años después de que nací. El vivía con su esposa y sus hijos en un poblado rural del estado de Jalisco, un lugar peculiar en México en donde los hombres de campo son muy guapos.

Mi padre nos mantuvo en secreto a mi madre y a mi en la capital del País, cuando mi madre murió le habló de mi a su esposa e hijos; como yo ya era mayor de edad no tuve que mudarme con ellos pero mi padre siempre veló por mi y continuó visitándome ocasionalmente.

Nadie en su familia mostró interés por conocerme, aunque esporádicamente fui conociendo a mis tres medios hermanos.

Mi padre supo que era gay desde que era adolescente, por alguna curiosa razón que desconozco ocasionalmente lo supo toda su familia, en realidad nunca me molestó que lo supieran, al contrario, siempre me hizo sentirme especial ser el medio hermano gay que vive en la capital.

El cumpleaños de mi abuelo, el papá de mi padre, fue la ocasión especial que mi progenitor había esperado para presentarme a su familia, no era cualquier cumpleaños, el viejo a quien yo ni conocía cumplía 80 años y tíos, primos y parientes lejanos se dieron cita en el rancho de la familia para celebrarlo. En ese entonces yo tenia 25 años recién cumplidos.

El rancho era grande, la familia dispuso muchas mesas largas en el patio central del rancho y poco a poco fueron llegando los invitados, mi padre le encargó a Paco, uno de mis medios hermanos, que me presentara a toda la familia.

Paco es apenas dos meses más chico que yo, el cabrón de mi padre tuvo a sus dos mujeres embarazadas al mismo tiempo. Puedo entender que la mamá de mis medios hermanos no quisiera ni verme y que le recriminara a mi papá enfrente de mi que me llevara a la fiesta. Pero mi papá, como buen hombre de campo se dio la media vuelta y se hizo de la vista gorda.

Durante la comida ocupé un lugar en la mesa de mis medios hermanos y nuestros primos. Junto a mi estaba Braulio, mi medio hermano mayor que tenia entonces 38 años y estaba recién divorciado; es un hombre muy alto y corpulento, de piel trigueña, ojos color miel muy grandes con unas enormes pestañas negras. Traía los brazos cubiertos por una camisa de manga larga y un saco que dejaban ver sus gruesos y duros bíceps, sus manos son grandes y peludas, tiene la voz ronca de auténtico ranchero, su espalda ancha y destila testosterona. Braulio hablaba a todos en la mesa y noté que procuraba no hablar nada conmigo aunque estaba junto a él, hasta para pedir una servilleta prefería que se la pasara el hombre que teníamos enfrente, el esposo de una prima que era - dicho sea de paso- el más guapo de todos los hombres guapos que estábamos en la mesa.

Justo es reconocer que los genes de mi padre también me han hecho justicia, soy el único moreno de la “familia” y soy bastante apuesto: delgado, de pi...