Escrito por: xeshire
4162 palabras
Diez años han pasado desde nuestro último polvo, es difícil de creer. Curro, con perfil en este protal, es un de las mentes más morbosas encerradas en cuerpo de osazo que uno puede encontrar.
Cuando nos conocimos, ahora hace casi 20 años, me pilló muy inocente, muy ingenuo. Quedamos, para un polvo normal. Sin saber yo que me iba el bdsm, aún no lo había descubierto. Y él, mucho más experto, creo que ese día no esperaba nada más allá de un simple polvo.
En la sauna Moratalaz, a la que no sé por que nunca he vuelto. Se ha borrado casi todo de mi memoria, apenas recuerdo los pasillos, el vestidor… sólo recuerdo, como si alguien hubiera esculpido en la piedra de mi alma dos momentos claves en mi vida sexual.
No me alargaré, sólo puedo deciros que desde el primer minuto, la química fue bestial, nos gustamos fisicamente mucho ambos. Él tiene un cuerpazo de oso, macho alpha, empotrador. Como si lanzara feromonas al ambiente. Pero más allá de eso, hay algo, en como nos tocamos, nos besamos. Nuestros cerebros, morbos, cuerpos sintonizan muy bien.
El momento en que Currocambió mi forma de entender el sexo, tan vívido en mi memoria, es muy simple, pero potente. Estamos en una cabina, desnudos los dos, yo de pie, pero me pide que me incline hacia delante, hasta que quedo casi en 90 grados, con mis manos apoyadas en el suelo. Mis piernas estiradas. El las separa un poco con sus propias piernas. Se acerca a mi, lleva un trasto colgado de su cuello, lo abre y saca un condón. Se lo pone en silencio. Y por unos segundos, sus manos recorren mi espalda, mis piernas, el interior de ellas, se acercan a mi rabo, lo nota duro y firme, sabe que estoy preparado, sus dedos se dirigen a mi ojete y lo separan un poco, lo justo para echarse hacia adelante y empujar.
La polla de Curro entró como ha seguido haciéndolo otras veces, de forma, firma, pero lenta, sin doler, con un tamaño perfecto para hacerme gemir de placer desde el primer segundo, y esa primera vez, tan joven y salido como era, me volví loco de placer, pocas veces había gozado tanto de una follada. Y en un momento, Curro para la follada, y me pide que levante la cabeza.
Lo hago, y me doy cuenta que hay un espejo delante, toda la pared es un espejo. Le veo, ese cuerpazo de oso, bufff, como me pone. Y entonces, me suelta mientras vuelve a moverse dentro de mi:
“Así, muy bien, mira, fíjate bien”.
Entiendo lo que quiere, me fijo en mi, en mi cara de placer, en mi boca abierta, gimiendo.
“Mira como te gusta que te folle”.
Es un shock, no soy virgen, ya me han follado, pero nunca me había visto. Soy yo, el del espejo, disfrutando como una perra, piernas abiertas, recibiendo una polla, veo mi cara, es mi cara la que se desencaja de placer. Es la primera vez que lo veo.
“Escuchate también, mira ahora, cuando me meto entero dentro”.
Gimo fuerte...