Al día siguiente era mi último día de entrenamiento en la Granja. Transformada completamente en una cerda-inodoro, fui arrojada nuevamente en el chiquero, poco después de la salida del sol, con el humbler colocado para obligarme a permanecer constantemente en cuatro patas. Mi barriga estaba hinchada como una pelota y contenía al menos cinco litros de líquidos cloacales. En la misma situación estaban los otros tres esclavos-cerdos que fueron usados como inodoros en la orgía.

Mentiría si dijera que mi vida se había vuelto intolerable. Es cierto que la humillación era constante y que mi cuerpo estaba condicionado a hacer cualquier cosa para evitar el dolor de las descargas eléctricas con que me controlaban mis Dioses. Pero yo ya no tenía marcha atrás.

Al día siguiente volvería a vivir con mi Esposa, pero ya nunca podría volver a ser ese esclavo cornudo que la limpiaba después de ser usada por sus amantes. Había sido transformada en una cerda y un inodoro, para que mi bellísima Esposa pudiera disfrutar su necesidad por tener amantes y Amos que jugaran sexualmente con ella. Yo no tenía marcha atrás, pero ella disfrutaría su sexualidad en plenitud.

A media tarde percibí movimientos en la casa principal que anticipaban el fin de mi entrenamiento y mi vuelta a casa, junto a mi Esposa. Cómo sería nuestra vida en adelante estaba por verse, pero no sería igual. Imaginé que ella seguiría disfrutando entregándose a cualquier Macho Alpha que se le cruzara por el camino, mientras yo, reducido a lo más bajo de lo bajo, ni siquiera tendría la posibilidad de recibir sus panties empapadas de semen al volver de sus citas.

Vi a la camioneta que me trajo a la Granja dirigirse al chiquero y me preparé para que mis Dioses me liberaran, al menos hasta ser convocada para servirlos como la cerda-inodoro en que había sido transformada, en una o dos semanas.

La camioneta se detuvo ante la tranquera de la Granja y mis cuatro Dioses bajaron de la misma. Pero mi sorpresa no tuvo límites cuando abrieron el baúl y sacaron del mismo violéntamente a mi Esposa, arrojándola al chiquero. Le afeitado la cabeza y las cejas, y le habían colocado un collar con terminaciones eléctricas igual al mío. Con solo ver sus ojos vacíos pude darme cuenta que había pasado un infierno en sus últimas horas, quizás parecido al mío.

“ACÁ TRAIGO A TU QUERIDA ESPOSA, TRANSFORMADA TAMBIÉN EN CERDA-INODORO-PERRA”, dijo uno de nuestros Dioses. “LA MUY PUTA PENSÓ QUE DEBIDO A SU BELLEZA SIEMPRE SERÍA USADA SEXUALMENTE EN LA CASA GRANDE DE LA GRANJA, JAJAJAJAJA”.

La gente de la Granja se había acercado y rodeado el chiquero, para ver qué estaba pasando. En cuanto mi Dios terminó de hablar, otro de nuestros Dioses tocó un silbato y de inmediato los esclavos-cerdos vinieron a montar a mi Esposa. Evidentemente confundida, dudó un minuto y una terrible descarga eléctrica la ...