Escrito por: tacscat
1180 palabras
AVISO: Este relato contiene scat, si no te gusta el tema, pasa de leerlo.
La última vez que quedamos con Said fue para despedirnos. Fue justo hace un año. Después se fue a Marruecos, se casó y regresó 4 meses más tarde con su mujer ya embarazada. Dejé de encontrármelo en el gimnasio y no coincidimos por la calle durante mucho tiempo. En diciembre pasado lo encontré en el centro comercial acompañado de su mujer que estaba a punto de dar a luz. Me vio, se quedó cortado, hizo como si fuera a saludar pero no saludó. Ahí se quedó todo.
Hoy voy a contaros la despedida, esa que se produjo hace un año. Esta vez, Said nos buscó, no fue encuentro casual en el gimnasio acabando en casa de Héctor. Directamente se presentó en casa de Héctor un sábado por la noche.
Héctor y yo habíamos quedado con un niñato de 20 que había contactado conmigo por tuamo.net. Era un chaval delgado, imberbe, piel morena, ojos y pelo negros, inexperto con ganas de aprender. No era demasiado guapo, nariz grandota, ojos saltones. Tenía experiencia como pasivo y buen tragón, pero quería que le guarrearan por primera vez.
Héctor y yo estábamos sentados en sofá, uno al lado del otro. El niñato de rodillas frente a mí me estaba limpiando el rabo, los huevos y el culo. Me había reservado sin ducharme desde que me contactó, 4 días antes. Cuando olió mi rabo por primera vez se puso a mil. Lo olió lentamente, aspirando a fondo. Pasó a los huevos. Luego al culo. Mi culo debía oler a demonios. Se centró en limpiarme el rabo.
Llevábamos poco rato cuando sonó el timbre. Héctor se levantó y vio a Said en la pantalla del interfono. Me preguntó qué hacer. Le dije que le abriera la puerta de la calle, dejara la del piso abierta y se pusiera detrás del niñato a comerle el culo. Así que cuando entró Said nos encontró en cadena. Yo sentado en el sofá con el niñato a cuatro patas comiendo rabo y Héctor comiéndole el culo al niñato. Said se quedó petrificado, pero no tardó en reaccionar. No esperaba esa recepción. Le di la bienvenida y le ofrecí mi cerveza y sentarse a mi lado.
Said rechazó la cerveza, pero se quitó la ropa en dos segundos y se sentó a mi lado. Tomé la cabeza del niñato con las dos manos y lo dirigí al rabo de Said. No lo dudó, se la metió a fondo. Said suspiró, me miró, sonrió. Le puso la mano en la nuca al chaval y le dio unos cuantos mete-sacas de campeonato. Cuando le soltó, tenía los ojos lagrimosos.
Héctor me dejó el culo del niñato a punto, lubricado, pero poco abierto. Me gusta notar que cuesta entrar. Said y yo nos mirábamos directamente a los ojos mientras los dos ensartábamos al niñato. El pobre chaval no podía con el rabo de Said, su boca estaba muy llena de babas que iban saliendo y mojando los huevos de Said. Yo me animé y le di tan duro como pude. Los quejidos fueron en aumento, pero con la boca llena de rabo y de babas poco podía...
Said, Héctor y yo (IV)
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