Fui a abrirla y me quedé estupefacta al ver en persona a mi Amo.

- ¡De rodillas, puta, besa mis pies inmediatamente!

Me puse de rodillas y empecé a besar sus pies, nerviosa y emocionada. Julia estaba delante y no se lo podía creer. Allí esta él, vestido impecablemente con un traje de franela gris marengo, camisa blanca, corbata azul y zapatos de cuero negro.

- ¡Y tú ponte de rodillas también, mujer! – ordenó.

Julia le obedeció, asombrada, nerviosa también, pero obediente. Sabía que era mi Amo y no se atrevió a desobedecer. Le tenía miedo y también se puso de rodillas inmediatamente. La escena era asombrosa. Yo estaba en la puerta besando los pies del Amo. Julia, dentro de la casa, estaba de rodillas mirándonos, sin saber qué hacer.

El amo me empujó hacia el interior con el pie y cerró la puerta. Yo me puse de rodillas al lado de Julia, feliz por ver al Amo, pero preocupada por la situación. Él se sentó en una silla para contemplarnos a las dos juntas de rodillas ante él, yo por ser su esclava y Julia sorprendida y sin saber cómo reaccionar.

- ¿Quién eres tú y cómo te llamas? Preguntó a Julia.

- Me llamo Julia, señor, y soy amiga íntima de Linda. Vivimos aquí las dos.

- ¿Sois lesbianas, verdad?

- Sí señor - contestó Julia muy avergonzada.

- Bien, quiero que os levantéis. Poneos delante de mí y desnudaos completamente.

Me gustó mucho que Julia obedeciera sin rechistar. Nos pusimos de pie delante del Amo y empezamos a quitarnos la ropa. Yo estaba orgullosa de mis braguitas y de mi sujetador. Julia estaba a mi lado, con los pómulos de su cara completamente enrojecidos. Era la primera vez después de tantísimos años que estaba siendo humillada por un hombre. Me sentí orgullosa de ella porque estaba muy guapa, enseñando sus tetas ahora puntiagudas y su coño peludito. El Amo se echó a reír estrepitosamente:

- Venía a buscar a una sumisa y me encuentro con dos. Sois dos mujercitas muy hermosas y me encanta veros desnudas y humilladas delante de mí. Estáis delante de un hombre dominante que disfruta de veros así, enseñando vuestro cuerpo. ¡Daos la vuelta, que quiero disfrutar de vuestros culitos!

Nos quitamos las prendas íntimas y nos dimos la vuelta completamente.

- ¡Julia, abre bien tus piernas. Quiero ver con todo el detalle tu culito. Tú Linda, empieza a lamer su sexo, con ganas, quiero ver a tu amiga disfrutar de tus lametones, como una verdadera lesbiana!

Completamente humilladas las dos, no tuve más remedio que obedecer al Amo y empezar a meter mi lengua en el coño peludo de Julia. Me encantó su sabor. Julia tardó un poco pero empezó a gemir cada vez más intensamente. Yo no creía ser más dichosa, estaba enloqueciendo a Julia, que estaba suspirando por un orgasmo.

- Sigue. Sigue, Linda, lame mi coño con fuerza, que me estoy volviendo loca ...