Buenas, mi nombre es Javi y tengo 23 años. Desde los 19 llevo siendo la putita traga lefa del entrenador del equipo de fútbol de mi facultad. Pero no sólo eso, también lo soy del propio equipo y de cualquier amigo que quieran traer. Soy una puta que no puede vivir sin su ración diaria de leche. Pero antes no era así, antes era un machito hetero, y ahora os voy a contar mi transformación.

De macho heterazo a puta tragalefas: lo que lo empezó todo

Crecer con una polla de tamaño de lo que se podría considerar grande, unos 21 cm y bastante gorda, y con unas ganas de sexo fuera de lo común fue estupendo. Durante el instituto salí, más bien me tiré a muchas chicas. Me encantaba comerles el coño con mi lengua juguetona durante bastante tiempo para luego meterles mi pollón hasta el fondo. A ellas les encantaba, y no sólo eso, las follaba tan brutamente que alguna que otra caía desmayada antes de terminar. Otras veces me gustaba estar follándolas horas y horas, correrme en su boca y volver a endiñársela hasta el fondo de su coño.

Pero durante el primer año de universidad, entre los estudios y el equipo de fútbol de la facultad al que me había apuntado, estaba tan ocupado que no tenía tiempo para buscar un buen coño para follar. Llevaba ya dos semanas sin haberme tirado a ninguna tía y tampoco sin hacerme una buena paja puesto que estaba acostumbrado a no tenerme que darme placer a mí mismo desde hacía algún que otro año.

Un día después del entrenamiento, tras haberme quedado junto con un compañero, David, a recoger material, estábamos los dos solos en las duchas cuando me vino a la mente la última vez que había follado. Me recordé devorando aquel último coño que me empalmé de sobremanera. Mi polla apuntaba alto y dejaba ver mis huevos bien cargados. En esto me doy cuenta que David miraba directo a mi polla.

- Oye tío, ¿sabes que si quieres, te puedo ayudar con eso? – preguntó sin dejar de mirar absorto mi trozo de carne.

En otro panorama habría dicho que no, pero tras tanto tiempo sin nada me dije que una vez es una vez. Así que le sonreí y al instante se puso de rodillas y empezó a chupármela. Empezó primero jugueteando con el capullo, para luego ir poco a poco metiéndosela. Me sorprendió ver que tenía una garganta bastante profunda puesto que le cupo toda mi polla, cosa que ninguna chica había conseguido hacer. En esto que siguió chupando y me di cuenta que era la mejor mamada que me habían hecho en la vida. Estaba a poco de correrme cuando el entrenador entraba en el vestuario y tuvimos que parar, terminar de ducharnos, cambiarnos e irnos.

- Jejeje, por poco nos pilla el entrenador
- A saber qué habría pasado si lo hubiera hecho- respondí con un tono algo seco pero también divertido.

Dicho esto continuamos en silencio hasta que nuestros caminos se separaban.

- ¿Tienes algo que hacer ahora?, lo digo por ir...