La puta perra de Davide (II)

Tras esa primera cita con Davide, me pasé toda la noche masturbándome y gozando de los recuerdos vividos en aquella casa. Mi mente no paraba de fantasear sobre cómo sería mi vida en Milán. Estaba claro que un macho como el no iba a poder encontrar. Tenía un cuerpazo 10 y seguramente me iba a dar mucho placer y distracción convivir y trabajar para él.

Nada más despertarme recibí una llamada de él pidiéndome que volviera a su casa, que tenía muchas ganas de verme. Al terminar de trabajar, como tenía la tarde libre volví a su casa.

Nada más llamar a la puerta vi que se levantó y se asomó en bolas por la barandilla de su piscina que daba a la calle. Bajó tal y como estaba y me abrió la puerta. Me dijo "Hola puta perra!!" y me comió la boca. Después entramos y me ordenó ir al baño de nuevo a transformarme en putita. Como el día anterior me dijo que me esperaría en la piscina.

Tras convertirme en putita salí y bajé a la piscina. Nada mas llegar me hizo arrodillar y metió su polla en mi boca. Me empezó a palmear la cara mientras se la comía y me decía que lo hacía mejor que cualquier otra puta. Mientras estaba en la tarea de comérsela bien noté como me ponía el collar de perra y me enganchaba la cadena. De esta manera empezó a jugar conmigo y me tiraba hacia él y soltaba haciendo que mi boca le fuera comiendo la polla al ritmo que él quería.

Cuando se cansó me llevó a la parte de arriba de la terraza exterior de la casa. Allí me hizo apoyarme con los brazos en la barandilla y que mi culo estuviera a su disposición en pompa mientras yo estaba de pie con los tacones puestos. Y en esa postura me metió la polla. Me follo muy duro a la vez que tiraba de la correa de vez en cuando. Entre los tirones de correa en el cuello y la incomodidad de estar en esa postura con los tacones que tenía que hacer fuerza con las piernas para mantenerme en pié la verdad es que no disfruté mucho. Pero estaba claro que yo no era más que una puta y mi deber era complacer a mi macho. Al rato se corrió de gusto dejándome bien preñada.

Seguidamente me dijo que mi labor de perra no había terminado aún. Ese día me iba a convertir en perra de verdad. Y así de dolorida como estaba me llevó al garaje de su casa. Entonces fue cuando me asusté, pues recordé que el día anterior había dejado allí a sus perros de raza peligrosa.

Me dijo que esperara fuera un momento. Después me hizo entrar pero antes me hizo desnudar completamente. Me dió un bote de cristal vacío como el de las mermeladas y me hizo meter ahí mis huevos y mi polla. Con una cinta gruesa y cinta aislante unió el bote a mi espalda y me hizo poner a 4 patas. De esta manera el bote se quedo adosado a mi pubis con mis organos sexuales dentro y lo llevaba colgando cogido a mi espalda por encima de mi culo. Tiró de la correa y me metió en el garaje. En una jaula grande estaba uno de los perros y suelto dentro ...